Ponderar



“Así ha dicho Jehová: He aquí yo haré levantar el mal sobre ti de tu misma casa, y tomaré tus mujeres delante de tus ojos, y las daré a tu prójimo, el cual yacerá con tus mujeres a la vista del Sol” (2 Samuel 12: 11)

Soy un aficionado a algunas novelas de Ken Follett, un escritor inglés extraordinario que sabe describir los hechos de una manera apasionante. En uno de sus libros describe las persecuciones religiosas en el período de la Reforma, en este caso, a los protestantes que eran asediados y perseguidos como si fueran alimañas. Todo a nombre de Dios.

En ese contexto, y al leer el texto de la reflexión de esta mañana, no dejo de pensar en cómo habrá sido la vida de las mujeres de esos siglos, sometidas a la arbitrariedad de las interpretaciones misóginas y sexistas, siendo que los autores bíblicos dieron pie para que eso ocurriera.

La descripción que hace Génesis 3 de las consecuencias que sobrevendrían después del pecado, donde la mujer le tocaría una parte tan horrenda, se queda corta al ver lo que ha ocurrido en la historia.

Lo que me desconcierta de estos textos bíblicos, es que el autor, en este caso Samuel, atribuye a Dios una conducta tan horrorosa. En ese caso tenemos dos opciones, o efectivamente Dios es así, y estaríamos ante un dios monstruoso, que no duda en utilizar a las mujeres de una manera horrorosa para darle una lección a los hombres; o, la explicación que me parece más plausible, que estamos ante la presencia de un antropomorfismo, donde el escritor no sabiendo cómo describir lo que podría ocurrir a consecuencias de sus conductas erráticas, les describe de la forma más cruel el futuro, y, usando una argucia que es propia de esos tiempos, atribuye a Dios dicho concepto, lo que contradice totalmente la figura de un Dios de amor, justo, santo y misericordioso.

Una lectura saludable de la Escritura, puede traer paz, bendición y salud. Una mala lectura de la Biblia puede ser causa de sufrimiento, convertirse en una maldición y enfermar a comunidades y países enteros. No es inocuo el plantearse si la manera de presentar los temas de los autores de la Biblia, son o no reflejo de la cultura en la que vivían. Poder hacer es diferenciación nos permitirá seguir creyendo en un Dios de amor, y a la vez, vivir una religiosidad más equilibrada.

Del libro inédito Ser mujer no es pecado
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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