El Jesús que llama



“Sígueme” (Mateo 8:22)

Como señala acertadamente J. M. Castillo “resulta sorprendente es que cuando Jesús llama a alguien, para que le siga, no suele proponer o explicar un programa” (Castillo 1986: 48). Simplemente Jesús dice “sígueme”. Es una invitación que supone un cambio total para la persona que acepta ir tras Cristo.

El asunto es muchísimo más serio que la manera espiritualizante que se trata, especialmente en la religión aburguesada de los últimos años o, tendríamos que decir, de los últimos siglos. Cuando alguien sigue a Jesús está llamado a abandonar a la familia de origen (Mateo 4:22), el trabajo o la profesión que realiza en ese momento (Marcos 1:18), incluso, dejar atrás los bienes propios (Mateo 21:19).

No se trata de “seguirle para ir a un culto”, como enseña la mayoría de las congregaciones cristianas, que en la práctica se han convertido en un montón de iglesias “acumula gente”, y que incluso disputan para saber quién tiene más adeptos. Como diría el pastor Juan Carlos Ortiz en ese entrañable libro El discípulo “nuestras congregaciones se asemejan más a un club, que elige presidente por un periodo y luego vota a otro” (Ortiz, 2007:154).

La mayoría de los cristianos contemporáneos y de los pastores, están más ocupados en mantener el prestigio y los recursos de una denominación que proclamar el mensaje de Cristo. Están cómodos en su confort denominacional, mientras el mundo perece a causa de la falta de conocimiento de Dios.

Cuesta entender como dice Ortiz que “el reino de Dios no es nuestra congregación o denominación, sino todos los creyentes de todos los siglos y de todo el universo” (Ibid., 161). Jesús no llamaba para levantar una congregación rodeada de muros ni una denominación inflada de orgullo. El llamó para revolucionar el mundo, para transformar la realidad y convertir a todo seguidor de él en un misionero, no asalariado, sino convertido al evangelio.

Eso implica, como dice Castillo que el llamado de Cristo es “algo extremadamente serio, pues supone un giro total en la vida de una persona” (Castillo, 1986:48). Pero para esta tarea Jesús no da un programa, ni metas, simplemente le dice “sígueme”, ve tras de mí, no preguntes, sólo camina, ven, deja todo. Aún algunos discuten si eso es serio o no, y no le siguen.

Del libro inédito Superando obstáculos
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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