“Moisés puso entonces por escrito lo que el Señor había dicho” (Éxodo 24:4)
Aparentemente, las palabras de Éxodo 24:4 están claras, pero no es así. Si no se interpreta correctamente se llega a ideas sesgadas.
Algunos, los más lamentablemente, interpretan que Moisés fue el amanuense o secretario de Dios, así que escribió lo que Él le dictaba. En ese caso, no podría admitirse ningún error o contradicción en la Escritura, porque se parte del supuesto de que Dios no podría equivocarse. Esta visión, sesgada, ha constituido la base para las lecturas literalistas de la Biblia que tanto mal han hecho en el pasado y que han traído sufrimiento a mucha gente y oprobio al nombre de Cristo, porque es en su nombre que se han hecho barbaridades.
Otra forma es entender que Dios habló, tal como dice el texto, y Moisés escribió, pero, utilizando su propia lengua, cultura y comprensión. Eso nos permitiría entender que los sesgos que existen en la Escritura, se deben únicamente al instrumento humano que ha transmitido la voz de Dios de la mejor forma posible pero sin escapar a la fragilidad y limitación humana. Pensar distinto es caer en “bibliolatría”, creyendo que cada palabra, tal como está escrita fue dada por Dios directamente, y no como es en realidad, una decisión humana, que utilizó sus mejores herramientas para transmitir de la mejor forma posible el mensaje.
Cuando entendemos con claridad esta última perspectiva podemos comprender que la Biblia es de factura humana con inspiración divina. En otras palabras, fue inspirada por Dios, pero escrita por humanos falibles, imperfectos y con defectos como cualquiera.
“Cada palabra de la Biblia ha sido escrita por un ser humano, y por tanto los intentos humanos por comprender la Biblia constituyen unas ayudas perfectamente apropiadas” (Brown, 2002: 30). De no ser así tendríamos que tener a ángeles estudiando y exponiendo las Escrituras. Sin embargo, humanos pueden comprender a humanos, y utilizando diferentes herramientas llegar a entender lo que gente de un momento diferente al nuestro lograron poner por escrito. Ese esfuerzo que tiene tres fases: entender el significado literal del texto, comprender el significado del texto y aplicar el texto, es lo que constituye la teología en general y en particular, lo que se ocupa la hermenéutica, la exégesis y la teología aplicada.
Del libro inédito Superando obstáculos
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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