“Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Juan 14:6)
Jesús estaba completamente loco o de verdad, creía honestamente lo que decía. Una persona cuerda no afirma lo que él sostenía con tanta vehemencia a menos, que verdaderamente, encarne lo que dice. Eso es lo que diferencia a Cristo de cualquier otro líder religioso que haya existido en esta tierra nuestra.
“Jesús exige respuestas absolutas. El asegura que, creyendo en él, el hombre salva su vida e, ignorándole, la pierde” (Martín Descalzo, 1986, 1:11). En Cristo es todo o nada, sin matices. No se puede ser medio cristiano así como no se puede estar “medio enfermo” o “parcialmente casado”. Eso es lo que algunos cristianos no entienden. Que Jesucristo es radical, como ningún otro líder religioso lo ha sido.
Jesús es nuestro camino. Eso quiere decir que no hay otra forma de vivir la vida cristiana sino a través de él. No es por denominaciones, líderes religiosos ni doctrinas, sino en su persona, en Él. Cristo es el sendero. Si no andamos en él estamos tan extraviados como el más mísero de los peregrinos.
Jesús es la verdad. No que él tenga cosas verdaderas que enseñarnos, sino que él encarna toda verdad. Nada de lo que sea verdadero puede serlo fuera de él. Cuando pretendemos una doctrina, una práctica o cualquier concepto fuera de él, termina por ser mentira, porque sólo en él se vive la verdad.
Jesús es la vida lo que implica simple y llanamente que sin su presencia en nuestra existencia estamos muertos, por mucho que nuestro corazón palpite y creamos estar vivos. Sobrevivir no es vivir. Sólo se vive en Cristo, fuera de él sólo hay muerte y silencio sepulcral.
Cuando no se entiende la radicalidad de lo que Cristo representa, entonces, nos conformamos con “falsos Cristos”. Denominaciones, doctrinas, liturgias, prácticas piadosas, y todo aquello que reemplace a un Jesús que pide nada más y nada menos que todo. Así simplemente, todo, sin que quede nada en nuestro peculio.
Un Jesús radical no se conforma con vidas cristianas parciales. O somos lo que decimos ser o no lo somos. Si le seguimos, entonces, sin duda, muchos nos verán con sospecha, con una actitud de recelo, porque sus seguidores representan, al igual que Él lo hizo, lo contrario del confort y lo políticamente correcto. Jesús es el incorregible por definición.
Del libro inédito Superando obstáculos
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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