“Y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por todos” (Mateo 20:27-28)
Hay ideas que cuesta asumir. Una de ellas es que una mujer pueda ser presidente de los EE.UU.
La película The Contender (2000) trata sobre los prejuicios y las imposibilidades que una mujer pueda asumir, en este caso el cargo de vice-presidente.
Se da un juego entre el senador encargado de investigar a quien ha sido propuesta para el cargo y un joven diputado que es admitido en su grupo de investigadores. Por un lado está la saña de quién se cree con derecho, incluso de torcer la verdad con el fin de lograr sus propósitos de desacreditación y por otro lado de un joven que en dichas circunstancias opta por obedecer a su conciencia y finalmente elige el camino más difícil, pero, que finalmente lo lleva a ponerse de lado de la verdad.
La mujer por su parte, considera que todo el juego sucio de la política no va a lograr que claudique con sus valores y principios. Hay por lo demás, una doble moral presente. Se le imputa haber estado en un escándalo sexual en su etapa de estudiante universitaria. Sin embargo, si hubiese sido varón aquello no habría sido considerado infamante, por el contrario, habría sido tomado como una anécdota.
El poder seduce. Gobernar y tener posibilidad de tomar decisiones que involucren a millones hace que las personas saquen lo mejor y peor de sí.
He escuchado que las personas cambian cuando tienen un puesto público. La verdad es que a menudo los individuos son lo que son y el poder pone en evidencia lo que hay realmente en sus vidas.
La invitación de Jesús es buscar “servir” antes que “ser servido”. Quien busca el poder por el poder, terminará sus días vacío de sentido. Sólo en el servicio se alcanza la plenitud de la vida.
“El dinero y el poder no cambian a las personas; simplemente aumentan lo que hay en ellas” (Will Smith).
Del libro inédito: Historias de cine
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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