Jesús “mirando hacia arriba lo vio, y le dijo: —Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que me hospede en tu casa” (Lucas 19:5)
En la película Descubriendo a Forrester, un joven afroamericano que alterna sus días entre escuela, basketball y lectura, logra colarse en la casa de un escritor. Sin embargo, deja olvidada su mochila con sus cuadernos de notas e ideas.
En el intertanto obtiene una beca para estudiar en un prestigioso colegio donde se le hace ver que es aceptado exclusivamente por su capacidad intelectual.
Forrester, caracterizado por Sean Connery, es un escritor aislado y solitario que ha ganado el Premio Pulitzer. Algunos ven en este personaje un alter ego de J. D. Salinger, el autor de la novela El guardián entre el centeno (Buenos Aires: Alianza, 1998) que después del libro se apartó del mundo.
Se inicia una amistad entre un viejo huraño y un novel escritor. El momento más emotivo de la película es cuando el joven es acusado de plagio por utilizar una idea de Forrester y contra su hábito éste abandona su reclusión y aparece para defender a quien injustamente ha sido tratado.
La vida nos trae sorpresas que cambian radicalmente nuestra forma de ver el mundo. De pronto nos encontramos con alguien que nos hace ver la realidad de manera diferente. Es cuando nos encontramos con una persona que se atreve a confiar en nosotros. Cuando somos valorados por lo que somos y no por lo que parecemos.
Jesús no veía a las personas como eran sino cómo podían llegar a ser transformados por su gracia. Su mirada estaba llena de esperanza. Infundía aliento estar en su presencia porque los que veían esa mirada entendían que él estaba observando una promesa.
Así nos mira Dios, no como somos, sino cómo podemos llegar a ser si le damos una oportunidad. ¿No es hermoso?
“Tratemos a la gente como si fueran lo que debieran ser y les ayudaremos a que sean lo que son capaces de ser” (J. W. von Goethe)
Del libro inédito Historias de cine
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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