“Consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración”. Filipenses 4:8
Todos los seres humanos pueden dar discursos acerca de la justicia y la bondad. Ser justo y bondadoso es otra cosa muy diferente.
A muchos les gusta escucharse a sí mismos hablando de la justicia y de ser buenos.
La verdad de las personas no aflora en tiempos de bonanza. Cuando todo está bien la mayoría se porta de manera decente. La verdadera prueba se demuestra cuando todo lo que está a tu alrededor comienza a caerse a pedazos.
Los militares chilenos, solían hablar de la “mayoría silenciosa”. Una forma eufemística de hablar de una población que no reaccionaba y que ellos suponían que con su silencio avalaban las atrocidades que cometían.
Harald Edelstam, embajador de Suecia en Chile, no era de los que se quedaba en el silencio cómplice de quienes con su mutismo terminan apoyando la maldad.
Mientras la mayoría de la población se dedica a sobrevivir y a delatar a personas para que sean asesinadas o torturadas, él aprovechando las ventajas comparativas de su puesto se dedica a rescatar a todos los que puede.
Cada individuo en algún momento de su vida se ve ante la encrucijada de hacer el bien, aunque eso le cueste la propia vida, o dejar que los malvados abusen o torturen impunemente.
No es una situación fácil. Sin embargo, es imprescindible que en ese momento se tome una decisión.
Las decisiones de Harald Edelstam salvaron a más de 1300 personas de convertirse en detenidos desaparecidos o una cifra más en la estadística de torturados o violentados por quienes se creían con derecho. Una persona marcó la diferencia.
¿Estás marcando la diferencia tú frente los excesos de tu sociedad?
“Al hombre perverso se le conoce en un sólo día; para conocer al hombre justo hace falta más tiempo” (Sófocles).
Del libro inédito Historias de cine
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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