Nada podrá separarnos de su amor



“Estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor”. Romanos 8:38-39

Delimar Vera tenía sólo 10 días de vida y mientras dormía se desató un incendio en su casa. Luzaida Cuevas, su madre, subió la escalera y se encontró con una masa de humo y fuego que la tiró al piso. Los bomberos controlaron el fuego. Nunca se halló ni un rastro de Delimar. La policía dio por muerta a la niña.

Luzaida no lo creyó. Ella estaba segura que la niña tenía que estar en alguna parte. Pasaron seis años y Luzaida fue a la fiesta de cumpleaños de un niño, hijo de otro pariente. En la fiesta estaba Carolyn Correa y su hija, de 6 años, Aaliyah Hernández. Fue un momento, un chispazo, una mirada, un gesto. En un instante vio a la niña, y supo sin lugar a dudas que esa niñita era su hija.

Se acercó a la niña e hizo como que le sacaba un chicle pegado en el pelo. Le arrancó, sin que la niña se diera cuenta, tres hebras de cabello, las envolvió cuidadosamente en una servilleta y al día siguiente llevó su precioso paquete a la oficina de Ángel Cruz, el representante estatal de Filadelfia, EE.UU. donde vivía.

Cruz hizo examinar los cabellos de la niña y en unos días los expertos del laboratorio de criminología se encontraron ante la espectacular noticia: efectivamente, el ADN del cabello de la niña demostraba, sin lugar a dudas, que la madre era Luzaida Cuevas.

Después se supo que con la ayuda de otra persona que Carolyn Correa, secuestró a la niña y luego prendieron fuego a la habitación para simular que había muerto entre las llamas. Lo que no contaban es que una madre nunca olvidó a su hija.

Así es Dios, puedes haber cambiado y ser una persona diferente, pero Él nunca nos olvida. Nos lleva siempre en su mente. Tú y yo somos la niña de sus ojos. Dios nunca, por ninguna razón, deja de amarnos. Él siempre está con nosotros dispuesto a abrazarnos.


Del libro inédito ¡Atrévete a creer!
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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