Tolerancia cero



“El Señor nuestro Dios no tolera injusticias” (2 Crónicas 19:7).

Damos por hecho algunas situaciones como si siempre hubie­ra sido así sin detenernos a pensar en el esfuerzo que tuvieron que hacer otros para que nosotros gocemos de privilegios.

Ernie Davis nació en 1939 cuando ser negro era muy difícil. No sólo eran excluidos de la educación y de trabajos que no fueran de sirvientes, también les estaba vedado el acceso a los deportes. No se aceptaba que un atle­ta de raza negra participara en un equipo profesional o siquiera aspirara a ganar algún lugar importante en el deporte.

Sin embargo, Ernie luchó para convertirse en el primer atleta de raza negra en ser contratado por un equipo profesional de fútbol americano.

Mientras estudiaba en la Universidad de Siracusa, formó parte del equipo de fútbol de la universidad y ayudó a ganar dos bowls, el Cotton Bowl de 1960 y el Liberty Bowl de 1961, lo que le permitió ser observado por equipos profesionales que empezaron a pensar en tenerlo entre sus filas.

En 1962 fue elegido para ser parte del equipo de Washington Redskins, y días después fue traspasado a Cleveland Browns. Pero nunca pudo jugar un partido profesional porque le diagnosticaron leucemia a los pocos meses de la firma de su contrato. No había posibilidad de sanar y en 1963 murió a los 23 años de edad. Hasta hoy es reconocido como uno de los deportistas que ayudó a romper las barreras raciales en el deporte estadounidense. Había ganado el Trofeo Heisman, el primer atleta de raza negra en obtenerlo. Al morir, su equipo retiró el número 44 con el que jugaba como recuerdo a Ernie.

Dios no tolera la injusticia. Él no acepta que alguien sea maltratado por el color de su piel. El esfuerzo de Ernie, aunque encomiable, nunca debería haberse hecho. El debería haber sido aceptado sólo por ser una persona. Cuando discriminamos a alguien lo que hacemos es ir en contra de Dios mismo que no acepta que se trate con injusticia a alguien.

Cuando tratamos a alguien de manera injusta por el color de su piel o por cualquier otra característica secundaria, en realidad, hacemos algo que Dios detesta.

Dios tiene tolerancia cero con quienes actúan con injusticia.

Del libro inédito Vivir por un sueño
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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