El uso de las palabras pasa por modas. En el mundo contemporáneo, señala el psicoterapeuta Joseph Burgo, en su libro Narcisismo, el narcisismo se lo ha convertido, erróneamente, en sinónimo de vanidad. Es, como dice “el diagnóstico amateur” de moda. Críticos y comentaristas lo usan sin entender el significado real del término y toda la patología que conlleva. “Lo atribuimos a hombres y mujeres de cualquier rango social, desde actores famosos que se comportan de manera escandalosa en público hasta amigos que constantemente suben a Instagram fotos halagadoras de ellos mismos” (Burgo, 2016). De esa forma, la impresión es que casi todo el mundo es narcisista.
Lo real es que el uso de la expresión se ha vuelto trivial y se le ha quitado el significado real, condenando, especialmente a las víctimas de narcisistas a una situación donde se considera, en el contexto del egoísmo como norma, que dicha conducta es simplemente, una característica de los tiempos y que no es para tanto.
En realidad, al narcisismo real, no el de los comentarias y crónicas periodísticas sin sustento, se lo denomina “trastorno narcisista de la personalidad” y la APA (Asociación de Psicología Americana), lo considera una patología grave que provoca serios trastornos en la personalidad del individuo y mucho daño a su entorno familiar, laboral y social. Banalizar, un tema tan serio, es burdo y peligroso.
La realidad, como dice Burgo, es que los narcisistas, especialmente los que están en el extremo del espectro, no sólo son vanidosos y logran fastidiar, también son sumamente peligrosos, porque provocan serios trastornos a su paso, especialmente, en sus vínculos familiares.
No se puede caer en un estereotipo dice Burgo, porque se corre el riesgo de no entender la profundidad del problema. Una persona que padece del trastorno narcisista de la personalidad, habitualmente daña todo a su paso. No tiene empatía, no siente remordimientos, no acepta estar equivocado, no enmienda sus errores ni pide perdón, suele excusar sus conductas, culpa a otros de lo que ocurre sin ser capaz de mirarse a sí mismo, y no entiende que necesita ayuda, lo que lo hace más temible. Banalizar el tema es no ayudar a nadie.
Del libro inédito Lazos de amor
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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