Un mito repetido hasta la saciedad es que todos tenemos una “media naranja” lo que implica en la práctica que estamos incompletos y necesitamos a alguien para que nos complete. Desde esa perspectiva no estaríamos completos hasta encontrar la otra mitad. El mito suena bonito, pero es falso. La realidad, es que todos nacemos completos, plenos, totalmente humanos, sin necesitar a nadie para que complete nuestra humanidad.
Nadie merece la carga de creer que tiene que ser el que “complete” la vida de otra persona, ni la expectativa de esperar que sea otra persona la encargada de darle sentido a tu vida, por estar incompleto. En ambos casos, se agrega una presión a la pareja que es absurda.
El mito lo inventó Platón y es parte de su diálogo El banquete, donde sugiere que todos los seres humanos andamos por la vida buscando de manera incesante a alguien que complete nuestras falencias y debilidades, y nos aporte todo aquello que nos falta. Una idea que en la práctica conduce a la frustración y la desilusión, al darnos cuenta que todos los seres humanos somos fuertes en algún aspecto y débiles en otro, y nadie, puede, completamente satisfacer las expectativas de plenitud que el mito nos hace creer equivocadamente.
La realidad es que todos somos personas completas y no necesitamos a nadie para que nos haga felices. Es esa falsa expectativa la que genera un montón de frustraciones e ideas fantasiosas, que entre otras cosas, nos quita la habilidad de gestionar nuestra propia vida, y crea la pasividad de la espera para que venga alguien a hacer por nosotros lo que nos corresponde hacer a nosotros mismos.
La pareja es una buena idea, pero no todo el mundo está obligado a vivir en pareja, es una elección personal, y no significa que otro vendrá a hacer por nosotros lo que nos corresponde, es decir, hacernos cargo de nuestra propia vida y de nuestra felicidad.
Depender de otra persona para ser feliz es pavimentar un sendero de desilusiones y angustias innecesarias. Los seres humanos somos demasiado complejos para que podamos completar a otra persona, al menos, podemos acompañar y ser amigos, lo que ya es mucho.
Del libro inédito Lazos de amor
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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