“No entres en una casa donde haya una celebración” (Jeremías 16:8)
Los seres humanos somos muy buenos para inventar eufemismos que escondan la verdadera realidad de las situaciones, especialmente, cuando éstas nos obligan a pensar y tomar decisiones.
El día 8 de marzo se dice que es la “celebración” del Día Internacional de la Mujer. Sin embargo, lo que se esconde es que hay muy poco que celebrar.
Ese día se recuerda, en especial, la lucha que durante siglos las mujeres han mantenido en todo el mundo para poder equidad en el trato y en relación a los hombres. Desde el año 1911 se conmemora un día que es recuerdo de una tragedia.
126 mujeres, de entre 48 y 14 años, murieron como consecuencia del incendio que se desarrolló en la fábrica de camisas Triangle Shirtwaist (Nueva York) en la que trabajaban. Lamentablemente murieron porque los propietarios cerraron todas y cada una de las puertas de la industria a raíz de los movimientos que habían llevado ellas para exigir un trato digno. Su lucha las llevó a la muerte.
Ojalá fuera un caso aislado, pero la verdad es que muchas mujeres han ofrendado su vida por el reclamo ancestral de ser tratadas con dignidad y con la misma equidad con que son tratados los hombres.
Las luchas se suceden en todos los ámbitos, incluso el deportivo, porque las atletas profesionales no reciben las mismas remuneraciones que sus pares varones, aún cuando ganan más torneos y tienen más medallas. Lo mismo ocurre en los ámbitos eclesiásticos, laborales, políticos y educacionales. Las mujeres tienen menos oportunidades que los varones.
Lo trágico es que en pleno siglo XXI aún hay varones que siguen creyendo que esa acción llena de maldad es de origen divino. Como si su dios misógino y machista, aprobara el maltrato de hecho a las mujeres. Es nocivo, incomprensible, e ideológicamente monstruoso, pensar que Dios, que no hace acepción de personas y que crea a todos a su imagen, pueda sostener la discriminación y la jerarquización que a algunos varones les gusta tanto.
Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
Del libro inédito: Ser mujer no es pecado
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