Superando obstáculos


“De cierto os digo que si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: “Pásate de aquí allá”, y se pasará; y nada os será imposible” (Mateo 17:20).

El surf casi siempre se lo asocia con jóvenes y señoritas de vidas disolutas que pasan su tiempo en la playa y se dedican a jugar con las olas y a beber alcohol. Es una lástima que los estereotipos no nos permitan ver la realidad. Es cierto que hay jóvenes que han perdido el rumbo, pero ser un surfista profesional demanda mucho trabajo, ejercicio, una vida equilibrada, sin alcohol y con mucha dedicación. Son años de entrenamiento, de participar en torneos y de ir de un lugar a otro “persiguiendo a las olas”.

Bethany Hamilton, nació en Kauai, Hawaii. Creció entre las olas, imitando a sus padres que eran surfistas y habían emigrado desde EE.UU. continental a las islas, intentando tener oportunidad para su pasión.

Bethany comenzó a competir a los 8 años. Inició una carrera profesional a corta edad teniendo patricinador para participar en las competencias. Todo iba bien hasta un aciago día en que salió a surfear en una playa de Hawaii y un tiburón le arrancó casi de cuajo un brazo. Logró sobrevivir a duras penas con la ayuda de algunos amigos que la llevaron de urgencia a un hospital.

Con un sólo brazo, y con un empuje a toda prueba, al tiempo volvió a encaramarse a una tabla de surf. No fue fácil, tuvo que aprender de nuevo y su padre le confeccionó una tabla especial donde pudiera afirmarse de una manera diferente.

Salió adelante por fe, por convicción y por trabajo. Tener fe no sólo es cuestión de confiar en Dios, también implica tener metas claras y trabajar por ellas. Bethany se ha convertido en una persona reconocida a nivel mundial, mucho más cuando salió la película sobre su vida: Soul Surfer.

Dios nos ayuda, sin duda, nos da empuje, ánimo, fortaleza, confianza, tranquilidad mental... pero, nunca hace por nosotros lo que nos corresponde a nosotros mismos. Bethany, una creyente en Dios, tuvo que aprender, y en vez de quedarse en casa rumiando su pena, y amargándose, volvió nuevamente al mar, tomó la tabla de surf y aprendió de nuevo. Una lección que muchos necesitan comprender. Es preciso dejar de llorar, ponerse de pie, salir al mar y aprender a vivir de nuevo. Cuesta pero no es imposible.


Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito: Superando obstáculos
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