Esposas y esclavas



“Los egipcios esclavizaron brutalmente a los israelitas, y les amargaron la vida con dura servidumbre, con los trabajos del barro, de los ladrillos, del campo y con toda clase de servidumbre. Los esclavizaron brutalmente” (Éxodo 1:13)

Es probable que alguien con sensibilidad pueda sentirse ofendida si en una sola frase aparecen las expresiones “esposa” y “esclava”. Sin embargo, a riesgo de ser mal entendido, intentemos por un momento pensar en la situación que existe en la actualidad en muchos hogares en relación al trato que reciben muchas mujeres en sus hogares.

Suelen ser tratadas como propiedad. Para empezar, en el momento en que se casan pasan a ser “de”, pierden sus apellidos y en una señal de que ahora son propiedad de alguien son consideradas “mujer de...”, sin derecho a opinar libremente.

La mayoría de las legislaciones las trata como subsidiarias de un varón. De hecho, por ejemplo, no son consideradas administradoras legales de los vienes familiares. El marido (jefe de hogar) es quien es considerado, legalmente, el administrador de los bienes, al menos ese es el caso en la mayoría de las legislaciones latinas.

Se les obliga a trabajar de sol a sombra argumentando que es su “deber” “atender” a su familia. Lo que incluye cocinar, lavar, limpiar, ordenar, comprar, asear, fregar, y una larga lista de otras actividades consideradas “de la mujer”. No tiene derecho a día libre (todos los días se come) y no puede reclamar (es lo justo porque está casada).

Su cuerpo no le pertenece. De hecho, su marido se considera dueño y ella debe tener relaciones sexuales con él tantas veces él quiera, y de la manera en que lo desee. A eso le llaman, incluso en contexto cristianos, “deber conyugal”. Si queda embarazada, no puede interrumpir su embarazo, porque no se considera su opinión como válida, ni siquiera si el niño ha sido gestado bajo violencia de estupro.

Este clima favorece la violencia. De hecho, es una violencia estructural, validada por una sociedad que cree que es lo correcto y que se ajusta a derecho. No se necesita ser muy agudo para entender que Dios no creó al varón ni a la mujer para la esclavitud, el que exista no es de Dios.

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Lazos de amor
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