Dios en la angustia



“Estoy cansado de llorar. Noche tras noche lloro tanto, que inundo de lágrimas mi almohada. El dolor me nubla la vista; ¡se me nubla por culpa de mis enemigos!” (Salmo 6:6-7)

Una de las características hermosas de los salmos es la sinceridad con que son expresados los sentimientos y emociones. No hay en el salmista ni una pizca de miedo al exponer a Dios la verdadera esencia de lo que ocurre con su vida afectiva. En cierto modo, es lo que corresponde a una buena inteligencia emocional, sincerar la propia emoción.

Muchas personas creen, erróneamente, que si son cristianos, si tienen fe y se llaman a sí mismos seguidores del Maestro, no deben tener sentimientos de angustia ni pesar. Craso error. Creer no nos hace inmunes a los sentimientos difíciles.

En este salmo el escritor no tiene problemas para reconocer ante Dios cómo se siente. No cree que decírselo a Dios va a disminuir en algo su capacidad de creer, simplemente, como nos pasa a todos, ha llegado a un momento donde está saturado de experiencias negativas y vacía sus emociones llorando y lamentando lo que vive.

La diferencia con tantas angustias que vivimos otros, es que algunos se quedan a lamer las heridas, creyendo que allí está todo, pero el salmista expone sus sentimientos a Dios, sabiendo que él tiene soluciones donde nosotros, como humanos, no vemos ninguna.

Por eso que al final de esta oración cantada dice: “El Señor ha escuchado mis ruegos, ¡el Señor ha aceptado mi oración! Mis enemigos, muertos de miedo, quedarán en ridículo; ¡en un abrir y cerrar de ojos huirán avergonzados!” (Sal 6:9-10). Sabe con certeza que Dios no lo abandona a su suerte, que él está allí para socorrerlo y eso hace toda la diferencia entre aquel que siente angustia pero se hunde con ella, y aquel que lleva su dolor a los pies de Señor y confía en su intervención providencial.

Nadie está exento de sufrir algún momento complicado, sin embargo, todos tenemos la posibilidad de ir con nuestros dolores a Dios.

¿Estás llevando tus cuitas a Dios? ¿Estás entendiendo que Dios no necesita tu lamento para oírte  sino que empatiza con tu dolor?

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Tomado del libro aún inédito: Salmos de vida

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