El grito de los pobres


“Pues él no desprecia ni pasa por alto el sufrimiento de los pobres, ni se esconde de ellos. ¡Él los oye cuando le piden ayuda! “ (Salmo 22:24)

Francisco de Asis (1182-1226)

Muchas personas, incluyendo a profesos cristianos, asumen que los pobres lo son por decisión personal y que no hay nada que hacer, más que darles limosna de vez en cuando. Este pensamiento, erróneo y oportunista, adquiere un tono más cruel cuando es proferido por personas que dicen adorar a Dios.

Francisco de Asis vivió en una época donde se consideraba que la pobreza era un “don de Dios” y que había que aceptarla sin decir nada, incluso, con una actitud de agradecimiento. Este pensamiento macabro y siniestro era fomentado, especialmente por el clero, que veía con malo ojos cualquier desvío de recursos para ayudar a los más necesitados. Lastimosamente, aún hay personas que se dicen cristianas que tienen un pensamiento similar, y tal como Judas exclaman con hipocrecía: “–¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios, para ayudar a los pobres?” (Juan 12:5), sin importarle en realidad los pobres, como dice Juan, sino queriendo agregar más dinero a su bolsa de ladrón.

Francisco no nació pobre, era hijo de uno de los más acaudalados comerciantes de su ciudad, sin embargo, entendió que si no vivía la pobreza de los pobres, no podría predicarles la sencillez del evangelio.

Rechazó especialmente la opulencia en la que vivía el clero, comparado con los más pobres de la sociedad.

En un gesto que no fue entendido ni siquiera por su propia familia, se fue a vivir entre los leprosos, los más rechazados de su tiempo. Su propio padre, creyéndolo loco, lo encerró en un calabozo. Fue librado por su madre y siguió su misión. Años después inició un proceso de evangelización entre musulmanes. Murió a los 44 años, pero su legado, aún permanece.

Personas como Francisco de Asis intentaron vivir el evangelio siguiendo el ejemplo de Cristo, de sencillez y sin opulencia. Cuando el cristianismo se cubre de poder y lujo, se da un pésimo testimonio de la vida de Jesús, quien nos invitó a vivir con sencillez y no discriminar a nadie.

¿Sigues el ejemplo de Jesús o usas la religión como medio de riqueza?

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Héroes de verdad
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