Varón y mujer


“Hombre y mujer los creó y los bendijo” (Génesis 1:27-28).

Sin la mujer, el hombre es varón, pero aún no plenamente humano. Cuesta entender la negación de humanidad de aquellos que sienten que su anatomía les da el derecho a decirle a otros seres humanos qué creer, qué pensar y qué hacer con su género.

Cuando un varón maltrata a una mujer con un discurso sexista y con la violencia simbólica ejercida desde un patriarcado trasnochado, lo único que hace es denigrarse a sí mismo como parte de la humanidad.

En este ejercicio de vivir, varones y mujeres, somos únicos. Seres que merecemos todo el respeto del mundo no por parecer sino por ser.

Quien menosprecia a la mujer, en el fondo, no se respeta a sí mismo lo suficiente como para entender que en la lotería de la vida, ser varón o mujer no es imposición de la naturaleza y ni siquiera decisión divina, sólo es.

Un humano es plenamente tal hasta que reconoce con equidad la presencia de otro género en términos paritarios, de derecho y en igualdad de condiciones.

El varón sin la mujer no es pleno, así como la mujer sin el varón no es completa. Sólo cuando se aceptan como tales devienen en humanidad.

Esa simple y soberana verdad hace toda la diferencia en las relaciones de las personas. Si sólo lo recordáramos la existencia tendría otro sentido.

“La igualdad es una necesidad vital del alma humana. La misma cantidad de respeto y de atención se debe a todo ser humano, porque el respeto no tiene grados” (Simone Weil).

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Reflexiones al amanecer
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