“Servíos por amor los unos a los otros” (Gálatas 5:13)
El amor no tiene nada que ver con recibir. Cuando se busca amar para “recibir”, de un modo u otro, se tergiversa el sentido del amor. Amar es dar, y como resultado colateral se recibe.
Muchas personas no se dan cuenta de lo que dicen y de cuán egoístas suenan cuando usan expresiones como: “Necesito encontrar una persona que me ayude”; “busco a alguien que esté dispuesto a estar conmigo en las buenas y las malas”; “quiero conmigo un hombre que sea solvente”; “no me pienso casar con alguien que no tenga un buen pasar”. Aunque muchas de estas frases, pueden ser comprensibles en un determinado contexto, en el fondo esconden la negación del amor que es ponerlo todo en referencia al YO, un gran ego que entorpece finalmente una manifestación del amor que sea sana y nutritiva.
El psicoanalista mexicano-alemán, Erich Fromm dice en su clásico El arte de amar: “Amar es servir. Cuando me situo frente a una persona, puedo considerarla desde dos puntos de vista. Puedo tener en cuenta su realidad, lo que ella es, pero también puedo prestar atención preferentemente a lo que puede llegar a ser. En toda persona, por muy mediocre que pueda ser, existe un yo profundo que pide urgentemente ser realizado. Amar a una persona significa ponerse al servicio de ese ‘yo’ para ayudarle a realizarse. Amar quiere decir llamar al otro a la existencia, hacer que viva, hacer que sea más”.
En la sociedad posmodernista centrada en sí mismo, que vivimos, convierte el amor en una especie de trueque comercial, “yo te doy tu me das, tu me das, yo te doy”. Eso es negación de la esencia del amor que se centra en el otro, no en el yo. Evidentemente, debe haber reciprocidad, pero es resultado, un efecto natural de una acción amorosa correcta. Cuando ambos de la pareja procuran lo mejor para el otro, y sirven a los propósitos de que la persona que me acompaña logre la mayor plenitud posible, entonces, estamos ante un amor sano.
Cuando alguien exige sin dar, eso no es amor, es abuso. Es pedir sin entregar, y eso es lo más parecido a la estafa. Muchos aman, pero no pensando en el otro, sino en sí mismos, lo que constituye una especie de engaño. Como dice irónicamente el escritor chileno Pablo Hunneus: “Todo iba bien cuando los dos amábamos a mi, pero se te ocurrió pensar que tú merecías ser amada”.
Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: LAZOS DE AMOR
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