Alegría de enemigos


“Mis enemigos se alegrarán si yo resbalo” (Salmo 13:4)

No olvido una frase que utilizaba mi madre, un tanto popular, pero muy gráfica, y la usaba, especialmente cuando alguien festinaba porque a una persona le estaba yendo mal. “No escupas al cielo porque puede caerte en la cara”. Con eso expresaba una verdad que muchos olvidan. La vida es cíclica, lo que le pasa a otro en este momento, puede ocurrirte a ti, en otro.

El común de los mortales siente empatía cuando a una persona le va mal y resbala en la vida. Los enemigos, al contrario, se alegran con el dolor ajeno. Es lo que siente el salmista, ve que sus enemigos están al acecho esperando el momento en que cometa un error o trastabille y haga algo torpe que pueda ocasionarle heridas dolorosas.

Lo penoso de David es que sus perseguidores eran sus hermanos de sangre. Los mismos con los cuales había celebrado la victoria sobre Goliat y que habían visto sus servicios al rey Saúl, ahora, por amor al poder y por no querer estar mal con la casa real, simplemente, se habían vuelto en su contra. Como hienas, lo acechaban y estaban pronto a celebrar cualquier derrota que tuviera, el otrora, héroe de Israel.

Lamentablemente, es una realidad muy común. Muchas personas, si bien admiran a quienes tienen talentos y dones sobresalientes, también, en el fondo, esperan que tengan algún resbalón, que de alguna manera compense lo que ellos no tienen. Es la envidia con otro nombre. Es una forma pueril de sostener que si ellos no han tenido lo mismo, otros, tampoco pueden tenerlo.

Los enemigos, no necesariamente se buscan. El pastor y doctor, Martín Luther King solía decir: “Para tener enemigos no hace falta declarar una guerra; sólo basta decir lo que se piensa”. ¡Cuánta razón! Mientras guardas silencio, especialmente, frente a situaciones poco éticas o claras, no hay problema. Te alabarán y palmearán la espalda como si fueran grandes amigos tuyos. Basta con que digas que tu conciencia no te permite creer o apoyar determinadas acciones o ideas, para que los otrora amigo se vuelvan en tu contra y te consideren enemigo acérrimo, al que hay que buscar destruir y aplastar. La naturaleza humana es la misma. La tolerancia sigue siendo un “debe” en la lista de cualidades de muchos que no aceptan que otro piensa distinto.





Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

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