Ser mujer entre los griegos


"Se salvara por medio de los hijos” (1 Timoteo 2:15)

La epístola a Timoteo fue escrita en un trasfondo griego. De hecho, el discípulo de Pablo, es el pastor de la iglesia de Éfeso, ciudad que estaba ubicada en Asia Menor, pero era una colonia griega.

Ya hemos visto lo que significa ser mujer en el mundo judío, sin embargo, el trasfondo griego ponía las cosas doblemente difíciles para una mujer.

El lugar reservado para la mujer en la sociedad griega era el más bajo, incluso, en algunos casos, inferior a la realidad de un esclavo.

Se la consideraba solamente para tener sexo e hijos. De hecho, eran famosos los griegos por haber creado una religión basada, precisamente en la prostitución. El templo de Diana, en Éfeso, tenía centenares de sacerdotisas llamadas melissae (abejas), que tenían una función como prostitutas sagradas.

Una mujer griega que se respetara, debía estar practicamente recluida, y sin tener contacto con nadie. La mayoría vivía en lugares aislados de la casa, a los cuáles tenía acceso exclusivamente el marido. Ni siquiera estaba presente en las comidas. No podían andar solas en las calles, y nunca participaban de eventos públicos.

Por esa razón, hay en las palabras de Pablo un dejo de precaución, porque si en un culto cristiano con mujeres griegas, éstas hubieran tomado participación, eso habría sido considerado como impropio por los griegos, que habrían considerado que la iglesia cristiana estaba formada por mujeres livianas.

Si a eso se agregan las ideas gnósticas, entonces, el cuadro es más complejo aún.

En el gnosticismo cristiano las mujeres alcanzaron un lugar más trascendente, porque se reinterpretó la historia del Génesis, donde la serpiente se convirtió, para su mentalidad distorsionada, en una especie de heroína que había traido al ser humano el “conocimiento del bien y el mal”. En ese contexto se consideró a la mujer un medio (medium).

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
Del libro inédito: Ser mujer no es pecado
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