Autenticidad




“Vino una mujer con un frasco de alabastro lleno de perfume de nardo auténtico” (Marcos 14:3 CAS)

Mi alegría se transformó en decepción. Estaba en la capital de un país X (no menciono cuál para no herir susceptibilidades), estaba recorriendo sus calles en una mezcla de asombro por la variedad y entusiasmo al ver tantas cosas interesantes. De pronto, me topé con una pequeña tienda de perfumes. Siempre me han gustado las fragancias. Utilizo la misma desde hace más de veinte años, pero siempre tengo dos o tres distintas, que de pronto utilizo para variar. Así que me detuve un momento, porque me llamó mucho la atención los precios, porque normalmente los perfumes son caros, al menos, el que yo utilizo. Comencé a oler fragancias y de pronto una me llamó la atención, el precio era el adecuado así que la compré. Había olido el perfume en un probador que tenían, así que me entregaron mi perfume sellado. A la mañana siguiente, y antes de partir desde el hotel al aeropuerto decidí ponerme algo de mi perfume. Pero quedé fastidiado. Tenía tanto alcohol que la fragancia se diluía en minutos.

Mientras iba en dirección al aeropuerto le conté a un amigo que me llevaba lo que me había pasado y mi molestia por no poder ir a reclamar porque ya me iba. Él me preguntó dónde lo había comprado y cuando le dije sonrió, no se rió a carcajadas por respeto, y me dijo:

—Todos los perfumes que venden allí son falsificados.

—Pero si yo probé y era auténtico.

—Si —me dijo, sin dejar de sonreír— lo único auténtico es el perfume del probador. ¿Por qué crees que te entregan el perfume sellado?

Lo mismo sucede con las personas. Nada hay que cause más conflictos interpersonales que el comprobar que la persona con la que estás interactuando no es auténtica, y es, por el contrario, una persona falaz y de doble cara.

La autenticidad hace amigos y crea lealtades. Una de mis amigas entrañables lo es, precisamente por su honestidad. Llega a parecer agresiva algunas veces, pero si algo valoro de ella es que es lo que es. No usa máscaras. No se esconde detrás de falsas actitudes o de caras de circunstancias, como suelen hacer los políticos y los manipuladores. Una persona auténtica conquista, precisamente, porque no esconde nada.

 Del abismo a la luz


Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. 
Del libro inédito: SUPERANDO OBSTÁCULOS 

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