“Éstos se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le pidieron: —Señor, queremos ver a Jesús” (Juan 12:21)
Algunos griegos se acercaron al único discípulo que tenía ascendencia griega, Felipe y le dijeron que querían ver a Jesús. Todo el contexto muestra que su petición era honesta porque el apóstol los contactó directamente con el Maestro. ¿Qué hablaron? La Biblia no lo registra.
La misma petición está en labios de millones de personas que honestamente quieren ver a Jesús pero no pueden verlo porque los religiosos, muchos de los cuales se llaman “cristianos”, impiden que las personas pueden llegar a conocer a Jesucristo, simplemente, porque su forma de presentarlo crea barreras para verlo de verdad.
Jesús es la buena nueva, no lo son las iglesias, ni las doctrinas, ni las formas religiosas, sólo Jesús. Mientras ese simple mensaje no se entienda seguiremos en reyertas denominacionales y en conflictos religiosos, que lo único que hacen es desalentar a quienes de verdad desean creer.
Hace un tiempo un joven universitario muy inteligente me decía:
—De verdad me gustaría congregarme en alguna iglesia cristiana, pero me desanima cada vez que he ido a alguna. Sólo están ocupados de predicar sobre normas, conductas o en su ocupación favorita: Acusar y condenar a otros. Eso no es lo que quiero.
¡Yo tampoco! Eso no es lo que Jesús vino a mostrar.
Cristo representa la mejor oportunidad para todo ser humano para vivir una vida distinta y esperanzada, pero no necesita de seguidores que se dediquen a atacar, condenar y enviar al infierno a quienes tengan ideas y conductas diferentes.
“Sólo conozco dos tipos de personas razonables: las que aman a Dios de todo corazón porque le conocen, y las que le buscan de todo corazón porque no le conocen” (Blaise Pascal)
Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez.
Del libro inédito: REFLEXIONES AL AMANECER
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