“Siquén había cometido una ofensa muy grande contra Israel al abusar de su hija” (Génesis 34:7)
En el mes de enero del año 2018 murió en un hotel de Londres, la cantante irlandesa Dolores O’Riordan. Su caso pasaría por uno más de actores y músicos que han muerto en circunstancias parecidas, si no es porque su muerte ha puesto en la palestra las consecuencias que tiene sobre la vida de una persona el abuso que se hace contra ella en una etapa temprana de la vida.
En el año 2014 confesó en una entrevista que muchos de sus arrebatos de ira, depresión y silencios, estaban vinculados con el abuso sexual que sufrió durante cuatro años a partir de la edad de 8, y por un pariente cercano.
Sus emociones se desataron cuando se encontró por casualidad con su abusador, quien nunca fue sancionado, en el funeral de su padre en el año 2011.
Hace poco le escuché a un cínico que no tiene la más mínima idea de lo que estaba diciendo que, “qué más da, ocurrió hace tanto tiempo, por qué no dan vuelta la página”. Dicho de ese modo parece lógico, vivido desde las víctimas el asunto no es ni lógico ni suave, al contrario, estudios muestran que los efectos emocionales del abuso pueden perdurar hasta 40 años, y mucho más si la víctima no recibió ayuda en el primer momento.
Dios, puede ayudarnos a limpiar nuestra memoria de situaciones fatídicas que nos atormentan, pero el principio básico es admitir que se tiene dicho problema y luego, en muchos casos, con la ayuda de especialistas, aprender que siendo un niño o una niña, no se tiene culpa por lo ocurrido. La mayoría de los abusadores tienen control sobre sus víctimas culpabilizándolas de lo que ocurre, haciéndolas ver como seductoras, y no como lo que son, víctimas inocentes que terminan en manos de manipuladores. El cristianismo se basa en la compasión y en la empatía, y es lo que deberíamos generar frente a las personas que han pasado éste u otros problemas similares. Nunca, por ninguna razón, sembrar sospechas sobre víctimas inocentes.
Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
Del libro inédito: Ser mujer no es pecado
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