El evangelio de la acción



“Ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres” (Lucas 4:18)

Alex Morelli (1919-1979)

El libro Hechos de los Apóstoles nunca se ha terminado de escribir, y se seguirá redactando hasta el día glorioso en que Jesús venga. Millones de historias se contarán por la eternidad, algunas de ellas, aún permanecen en el anonimato hasta que sean descubiertas a los redimidos.

Alex Morelli nació en Marsella, Francia. A los 17 años ingresó a la orden de los Domínicos y con ellos estudió teología. El año 1942, en plena Segunda Guerra Mundial fue ordenado al sacerdocio. Enseguida se integró como voluntario en capellanías clandestinas para ayudar en los campos de trabajo de los alemanes en Dusseldorf.

Sin embargo, luego de tres meses la Gestapo descubrió que no era un trabajador manual sino un sacerdote encubierto. Fue encarcelado y obligado a vivir aislado durante siete meses en una celda minúscula a la espera de un juicio. Luego fue trasladado al campo de concentración de Dachau donde pasó dos años de penurias, pero también de servicio. Su experiencia fue contada en el libro “Terre de Detresse”, publicado en 1947.

Al ser liberado en 1945, regresó a Marsella para ver a su madre, y 24 horas después regresó a Alemania para ayudar a cuidar a los enfermos y agonizantes que habían dejado los campos de concentración.

En 1959 comienzó a trabajar en Uruguay como misionero y en 1967, luego de un breve paso por Francia, llegó a trabajar a México en su labor por los marginados y oprimidos, incluso llegando a vivir entre los más pobres, para vivir de cerca su realidad. En 1972 escribió el libro “Libera a mi pueblo”, para enseñar el verdadero significado del evangelio. Murió en 1979, rodeado de la gratitud de un pueblo que apreció su legado de entrega, especialmente, por los más necesitados.

Podemos discrepar de algunas de sus ideas, pero hay algo donde personas como Alex Morelli muestran que necesitamos reescribir el cristianismo que no se trata de cultos, ceremonias ni templos fastuosos, sino de acción. El evangelio no consiste en tertulias de fin de semana, sino una vida de coherencia y compromiso, especialmente, por quienes más padecen. Morelli supo hablar pero también actuar. Sólo la eternidad mostrará el daño de quienes se dedicaron a hablar más y actuar menos, y también se verán los resultados de quienes hicieron al revés: Actuar más y hablar menos.
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