Dignidad






“Se reviste de fuerza y dignidad, y afronta segura el porvenir” (Proverbios 31:25)

Proverbios 31 es el primer manifiesto feminista de la antigüedad, por mucho que el concepto “feminismo” le moleste a un montón de gente que no lee ni se informa adecuadamente.

Pocos saben que el capítulo lo escribió una mujer, enigmática y de la cual no se tiene el nombre, sólo una referencia, a un varón, como se estilaba en esos tiempos (y también ahora, cuando muchas mujeres erróneamente creen que son más dignas porque llevan el apellido del esposo). Se la menciona sólo como “la madre del rey Lemuel”.

Al ser una mujer con “derechos” (relativos, pero derechos al fin, porque pertenecía a la corte real). Lo más probable es que muchas mujeres hubieran querido escribir lo mismo, pero al ser siervas, campesinas o simplemente, miembros de la corte, no tenían derechos y no podrían expresarse.

Es inaudito como la mala lectura y la poca comprensión de lo que se lee le ha hecho decir a este capítulo lo que no dice. Muchos machistas lo presentan como el epítome del ideal de mujer, sin entender lo que implica apoyar los conceptos que allí aparecen.

¿De dónde procede la dignidad de esta mujer? Simplemente, de que es dueña de sí misma. Lo que presenta el capítulo era imposible que lo viviera una mujer de ese tiempo, corresponde a un ideal, a un deseo, a la intención profesa de que la mujer tenga espacios de participación donde ella sea la gestora de su propia vida.

La protagonista es “valiosa”, más que piedras preciosas; “confiable”, porque ella es la que produce los recursos, no el marido; “fuente de bien”, por lo mismo; es empresaria, que busca lana y lino, para trabajarlo; “madrugadora” y trabajadora, (supongo que mientras el marido duerme); es comerciante de bienes raíces porque compra campos y planta viñedos (algo que en esa época sólo hacían los varones); es próspera en sus negocios; generosa con los que tienen menos; no sólo compra campos, también vende ropa y cinturones; se le permite hablar (algo que las mujeres no podían). ¿Dónde está esa mujer? En realidad aún existen muy pocas, que puedan decirse, dueñas de sí mismas.


Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
Del libro inédito: Ser mujer no es pecado


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