Religión que esclaviza


“Si alguien seduce a una mujer virgen que no esté comprometida para casarse, y se acuesta con ella, deberá pagarle su precio al padre y tomarla por esposa” (Exodo 22:16 NVI)

Los conflictos armados dejan en evidencia la precariedad en que vive la mujer en casi todas las culturas. El problema se agrava cuando a los problemas sociales se les agrega la interpretación religiosa, que a menudo tiene un sesgo patriarcal, es decir, considera que en el orden de las creación, el varón es por naturaleza superior y la mujer inferior.

Esta simple idea tiene consecuencias atroces para millones de personas que no deciden ser mujer, simplemente, en la lotería genética nacen con un sexo que por definición en muchas culturas es símbolo de inferioridad.

Recientemente, en una más de las escaladas armadas entre Israel y sus vecinos Palestinos, miles de personas perdieron la vida. Al terminar el conflicto quedaron más de 300 viudas. Las autoridades de Hamas, decretaron que darían 3000 dólares a los varones que aceptaran casarse con alguna de esas mujeres, incluso si esos varones ya estaban unidos en matrimonio y deseaban agregar una nueva esposa a su vinculación. Esto ocurre ahora, en el mundo actual, no en un oscuro pasado histórico ya olvidado. Mujeres tratadas como objetos, sin derecho a opinar ni decidir por sí mismas.

El problema es que muchos cristianos, aunque no llegan a esos extremos, pretenden situaciones similares.

Ninguna mujer debería permitir un trato tal. Más aún considerando que en Jesús somos libertados para vivir de una manera totalmente diferente.

El versículo de hoy es una mancha en la historia de la religión. Muestra que no se consideraba a la mujer de otra forma que un objeto, un bien transable que se podía vender y comprar a gusto.

En Jesucristo una idea tal no es admisible. La mujer es valiosa, como individuo y ser humano, Cristo ofrendó su vida para probarlo.

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
Del libro inédito: Ser mujer no es pecado


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