Familia narcisista



El psiquiatra español Sergio Oliveros Calvo, señala que “de todas las influencias posibles durante la crianza, la del narcisismo familiar es una de las más tóxicas” (Oliveros, 2019). Las personas narcisistas conciben a los demás como simples prolongaciones de sí mismas. Carecen de empatía y de la facultad cognitiva de ponerse en el lugar de otra persona, característica saludable para poder entender los vínculos.

El norte del narcisista está centrado en mantener el poder y el control sobre los demás. El eje sobre el cual ha de girar todo es sobre sí mismo, por eso no admite competencias a su liderazgo ni a su particular forma de concebir el mundo.

En un contexto laboral con la presencia de un narcisista como líder o jefe, los empleados pueden huir de esa situación, pero en una familia, donde el control sobre niños y cónyuges es férreo la huida no es una alternativa viable, y a menudo se siente como el síndrome del túnel, sin ver nada a la vista ni solución posible.

Oliveros califica la familia narcisista como “una secta en miniatura” (Ibíd.), donde sus miembros no tienen escapatoria y están obligados a quedarse al arbitrio del narcisista que no hace ningún esfuerzo por minimizar el daño que provoca, y del cual difícilmente se da cuenta.

En familias narcisistas los logros infantiles no son pedidos ni exaltados como algo de los niños sino de “los adultos” que lo hacen posible, por eso cuando el niño no cumple las expectativas, la reacción narcisista suele ser muy cruel y devastadora.

Los niños criados en un ambiente así suelen tener baja autoestima pues el aprecio hacia ellos depende casi exclusivamente de los logros que pueden hacer poner o dejar bien a sus padres; tienen que actuar constantemente como “ejemplos” o “demasiado correctos” para tener conciencia de que equivocarse es parte del crecimiento normal de cualquier persona; su norte lo constituyen sus deberes, generalmente, demasiados, antes que sus deseos; se convierten en competitivos y a menudo tienen resentimiento por sus hermanos; en suma, tal como dice Oliveros, un ambiente tóxico para crecer y desarrollarse.

Del libro inédito Lazos de amor
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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