Control pero con expresión



“Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo” (Efesios 4:26)

Basados en una lectura equivocada del texto de Pablo, muchos matrimonios cristianos sugieren que enojarse es malo y que los buenos matrimonios no pelean ni discuten, generando de esa forma un mito.

Incluso se ha enseñado el llamado método de la escucha activa y la evitación de la ira para no provocar conflictos matrimoniales. En dicho método se supone que las personas deben parafrasear lo que dice la persona con la cual hablan con el fin de comprender lo que dicen, y aunque la idea no es mala eso no soluciona las diferencias y conflictos latentes.

La realidad es que cuando hay tensión la forma de expresarse es otra y difícilmente alguien se detenga en un intercambio de opiniones a parafrasear a la persona con la cual está discutiendo. La escucha activa ayuda, pero no cuando de situaciones conflictivas se trata. Es útil cuando se trata de dialogar para arreglar diferencias después de una fuerte discusión o para entender los sentimientos del otro ante una situación dada. También trae beneficios cuando se trata crear intimidad emocional y aprender a conocerse mejor.
Lo que crea desavenencias irreconciliables y heridas profundas en una relación de pareja no es la discusión en si sino el desprecio del cónyuge, la actitud defensiva y prácticas violentas. Se puede discutir de manera acalorada sin tener que utilizar medios destructivos.

 El enojo en sí mismo no es malo ni bueno. La manera en que se ventilan las diferencias es lo que conduce a conflictos. Descargar toda la ira o los sentimientos de enojo en el cónyuge a menudo produce estrés. Por otro lado, si lo único que sale de nuestros labios son expresiones negativas, ese es un indicador de que el problema de fondo es otro. Una pareja sana expresa más sentimientos positivos que negativos, y eso, aún cuando hay discusiones.

Además se precisa tener una actitud que se concentre en la solución y no necesariamente en el enojo. Por eso Pablo asertivamente afirma que el enojo en sí mismo no es pecado y recomienda que no enquistemos la ira en nuestras vidas. El mensaje es: Enójate, pero no agredas. Enojarse es normal, agredir es delito.

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Lazos de amor.

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1 comentario:

  1. excelente,me gusto la frase:¨Se puede discutir de manera acalorada sin tener que utilizar medios destructivos¨.......

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