La misma violencia de siempre



“Pero Dios vio que la tierra estaba corrompida y llena de violencia” (Génesis 6:11)

Todos los días los diarios de todo el mundo traen historias de terror. Muchas de ellas son tan increíbles que nos negamos a creer que puedan ser posibles, un poco porque es difícil creer que las personas sean capaces de causar tanto daño a otros.

La mayoría de los países ha ido creando leyes que de un modo u otro protegen a las personas de los excesos de la violencia. Muchos dicen que la violencia ha aumentado. No creo en eso, la violencia siempre ha existido, en el mundo contemporáneo simplemente nos hemos hecho conscientes de su existencia y cada día hay menos personas dispuestas a aceptar lo que en otro momento se consideraba “normal”.

Sin embargo, no hay que engañarse. En muchos lugares, por efecto de la menor tolerancia a la violencia, pareciera que los episodios violentos han desaparecido, pero no es así. La violencia contemporánea sólo se ha hecho más sutil, por lo que se tienen que tomar más resguardos para no caer en el juego macabro que supone ser violentado o estar ante la presencia de una persona violenta.

En tiempo de Noé, Dios intervino porque la “tierra estaba corrompida y llena de violencia”. Me pregunto, ¿qué dirá Dios de nuestra época?

La violencia más cruel, sistemática y sostenida no ocurre en contextos desconocidos, sino al contrario, en los propios hogares. Aunque parece paradojal y difícil de aceptar, la mayoría de las personas corre más riesgos al interior de sus casas que fuera de ellas. La mayoría de las agresiones ocurre en contexto domésticos y en relaciones con conocidos.

Un asunto que resulta ser patológico y hasta una locura, es que muchos de los violentos sostienen amar a sus hijos y parejas, sin embargo, tienen con ellos episodios sistemáticos de violencia que causan estupor cuando salen a la luz.

La violencia no tiene nada que ver con el amor. La violencia es una distorsión macabra y perversa del amor. El que ama, nunca, por ninguna razón violenta o provoca daño a quién ama. No entenderlo es enfermo.

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Lazos de amor
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