La voz de Dios



“El cielo y cuanto hay en él lo hizo el Señor por su palabra y por el soplo de su boca” (Salmo 33:6).

El creador que presenta la Biblia no tiene nada que ver con el concepto que presentan los no creyentes, de un “demiurgo”, es decir, un ordenador de materia pre-existente, como viene del pensamiento griego, o un dios ausente, que crea y que se aparta de su creación, como sostiene el deísmo, o como el forjador de la primera chispa de vida que inicia el proceso evolutivo como sostiene Teilhard de Chardin.

Dios crea, simplemente, con el poder de su voz.

Por esa razón los hebreos solían referirse a la “palabra” o la “voz” de Dios, como alusión a la creación. Es lo que menciona Juan al decir en “en el principio era la voz” (Juan 1:1).

Los hebreos no concebían a la divinidad en términos corporales, eso habría sido una blasfemia para referirse a un Dios omnipresente, su mejor representación era pensar en Dios en términos de voz.

Dios como creador no admite parangón. Podemos no entender todos los elementos que están en juego en la creación, pero eso no significa que el azar haya formado, de manera fortuita, todo lo que conocemos. Se necesita más fe para creer ese absurdo que para admitir la idea de un creador.

Sin embargo, lo más importante para Dios no es crear el universo, sino crear para ti y para un mundo de sentido. No basta que la creación toda alabe a Dios, la divinidad desea morar en nuestra vida, ocupar un lugar importante dentro de nuestro que hacer diario. Ese es el lugar más importante para Dios, tu vida y la mía.

A veces en todas las discusiones sobre creacionismo, nos olvidamos del carácter personal de Dios, de su preocupación diaria y constante, por el individuo de a pie, por ti y por mí, porque somos tan importantes que aún nuestros cabellos los tiene contados, una metáfora para decirnos que no hay nada de nuestra vida que pase desapercibido para Dios, él siempre busca estar en nuestra vida.

¿Comprendes que Dios quiere habitar en ti personalmente?

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Salmos de vida
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