Nuestro amparo



“Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmo 46:1).

Me encanta la palabra “amparo” porque sugiere refugio y un lugar donde una persona puede sentirse seguro. Para reafirmar más la idea el salmista usa la expresión “fortaleza”. ¿Se imagina cómo se sentiría alguien que vivía en una fortaleza, especialmente, cuando venían personas de otros pueblos a invadir?

En la mentalidad antigua vivir dentro de una ciudad fortificada era el mejor lugar donde estar en medio de una guerra o de una conflagración. Las invasiones eran muy comunes y había tan poco respeto por la vida que esos lugares eran considerados una bendición por la seguridad que ofrecían.

El salmista lo usa como una metáfora para expresar lo que es Dios. Es “nuestro amparo y fortaleza” en medio de las tribulaciones. Eso hecha por tierra la enorme cantidad de mitos que se dicen de Dios. La divinidad no procura castigarnos y no anda buscando nuestros errores para dejarnos caer toda su ira, como algunos vendedores de terrores venden sobre Dios.

En la cruz Dios demostró que su ocupación más importante es asegurarnos en todo momento que no estamos solos, que podemos acudir a él en cualquier momento y que recibiremos su benevolencia y gracia. Al único ser humano que Dios no puede ayudar es al que no se deja ayudar. Al único que no sostiene es a aquel que no permite su sostén.

Es cierto que hay muchas cosas que no somos capaces de explicar, que hay tantos dolores y sufrimientos a nuestro alrededor y también en muchos momentos de nuestras vidas, pero, Dios no es quien lo ocasiona ni quien lo provoca. Dios no nos abandona, por mucho que en medio del dolor por las lágrimas no logremos ver su mano poderosa sosteniéndonos.

Dios está aquí, para apoyarme, para abrazarme, para sostenerme, para darme la alegría de su presencia, aun cuando el dolor nos haga blasfemar, él no se aleja de nosotros.

¿Estás dejando que Dios sostenga tu vida?

Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Salmos de vida
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