Alturas donde nadie llegó


“Eran ligeros como las gacelas sobre las montañas” (1 Crónicas 12:8). 
Edmund Percival Hillary (1919-1988)

Falleció a los 88 años de edad. Fue un alpinista y explorador neozelandés que se convirtió en leyenda el 29 de mayo de 1953, cuando realizó la primera ascensión al Everest, la montaña de 8.850 metros.

Se convirtió en héroe nacional para su natal Nueva Zelanda. Vivió la mayor parte de su vida de una manera sencilla, así lo hizo ver la primera ministra Helen Clark en su funeral cuando dijo: “Sir Ed (como se conocía a Hillary popularmente) se describía como un neozelandés cualquiera con habilidades modestas. Pero era un coloso. Fue una figura heroica que no sólo derrotó el Everest, sino que además vivió con determinación, humildad y generosidad”. No es un mal epitafio para una vida bien vivida.

Cuando escaló el Everest iba acompañado del sherpa Tenzing Norgay. En agradecimiento a su compañero, el resto de su vida se convirtió en un mecenas de la población Sherpa, ayudando a construir colegios y hospitales en los recónditos pueblos del Himalaya.

Pocos saben que la niñez de Hillary no fue fácil, todos los días caminaba dos horas hasta el colegio, tiempo que aprovechaba en leer. Fue amante de los libros desde que aprendió a leer y a los 16 años se enamoró del montañismo.

Fue además piloto y explorador, participando en 1958 en la tercera expedición que llegó por tierra al Polo Sur. También fue el alto comisionado de Nueva Zelanda para la India durante muchos años, cargo que equivale a embajador.

Le preguntaron al alpinista George Mallory (1886-1924) ¿por qué escalar el Everest? Su respuesta sencillamente fue: “Por qué está ahí”. Simple, pero efectiva. Los retos se hacen, simplemente, porque al frente hay un desafío.

Las alturas más grandes que tenemos que alcanzar no necesariamente son montañas de piedra, sin conquistar los tramos que existen para conquistar un carácter noble que trascienda y deje huella. Esa es el mayor desafío para cualquier ser humano.

Jesús escaló la montaña más alta que alguna vez algún ser humano haya escalado: Fue hasta el Gólgota, que comparado con el Everest, es la altura más alta que alguien haya llegado.

¿Estás haciendo el máximo esfuerzo? ¿Entiendes lo que Jesús hizo?

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Héroes de verdad
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