Alabar porque si


“Confío en Dios y alabo su palabra; confío en Dios y no siento miedo” (Salmo 56:4) 

A veces pareciera que tenemos que tener un motivo especial por el qué alabar a Dios. Pero, ¿lo hay realmente? ¿Qué tal si pensamos que Dios merece nuestra alabanza simplemente porque es Dios, sin ningún beneficio o cosa que haya hecho por nosotros?

Temo que la religión de muchos no sea más que un trueque, donde parecemos decirle a Dios, “mira Dios, yo te alabo, siempre y cuando me bendigas con aquello que considero importante para mí”. ¿En qué se diferenciaría dicha actitud con la de un comerciante haciendo negocios, la consigna de esta actitud es: Yo te doy si tu me das. Pasando y pasando.

¿Necesita Dios nuestra alabanza? ¡De ninguna manera! Dios no es un narcisita megalómano que está a la espera de las alabanzas y panegíricos de sus hijos. Si Dios necesitara alabanza, en ese mismo instante dejaría de ser Dios.

La alabanza es una expresión de gozo que nace en una mente inteligente que percibe la grandeza de Dios. Alabar es, en este contexto, un gesto de admiración y reconocimiento de lo inefable que es la divinidad. “La alabanza no tiene [...] una motivación precisa vinculada al beneficio propio; se podría decir que se da gracias a Dios por el sólo hecho de su existencia” (Ravasi, 2002, 16).

Cuando el salmista dice que “confía en Dios” y alaba su palabra, no se refiere a la Biblia, sino a la existencia de Dios que se expresa y cuya voz ha acompañado al ser humano desde su mismo inicio. Quien conoce a Dios sabe cómo es su actuación y justicia, por esa razón, la segunda parte es tan decidora: “Confío en Dios y no tengo miedo”.

Es evidente que quienes tienen miedo a Dios, en realidad, no lo adoran. Toda adoración que es fruto de manipulación o miedo, simplemente, pierde toda su esencia. La verdadera alabanza nace en una mente libre y que actúa motivada por el amor de Dios sin preocuparse de las formas, sino del fondo: El inmeso amor a Dios.

¿Crees que tu alabanza está motivada por el amor o el temor?

© Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013 Del libro inédito Salmos de vida
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

0 comentarios:

Publicar un comentario

Tus comentarios enriquecen este blog, y a las personas que lo leen. Te agradezco por tus aportes. Sin embargo, ten en cuenta que para que se publique lo que comentas debes indicar tu nombre (no se publicará ningún mensaje anónimo), y no debe aparecer ningún enlace a alguna página, número de teléfono, o dirección. Además, no se publicará ningún comentario con tinte ofensivo, homofóbico, discriminatorio, insultante o irrespetuoso. Todo lo demás, es bienvenido.