Premio al esfuerzo

 

“Todo esfuerzo tiene su recompensa” (Proverbios 14:23)

Nadia Comaneci (1961)

Mientras sus amigas jugaban, Nadia entrenaba. Sus compañeros de barrio podían comer lo que quisieran, Nadia tenía un régimen estricto. No fue casual que a los 14 años se convirtiera en la mejor gimnasta de todos los tiempos. Su momento de gloria lo vivió en los Juegos Olímpicos de Montreal de 1976. Éxitos así no son casuales, son fruto de esfuerzo, sacrificio y trabajo permanente. No se avanza a una olimpiada, sólo con buenos deseos.

Nadia nació en Rumania, cuando ese país estaba dominado por un régimen comunista. Para poder seguir su carrera y poder proyectarse tuvo que abandonar su país huyendo, de esa forma llegó a EE.UU., país que la acogió y después de un tiempo recibió la nacionalidad norteamericana.

En las Olimpiadas de 1976, Nadia Comaneci no sólo obtuvo cinco medallas (tres de oro, una de plata y otra de bronce), sino que además consiguió lo que nadie hasta ese momento había logrado: fue la primera gimnasta en obtener un 10 perfecto por parte de los jurados. Como se consideraba que era casi una utopía pensar que alguien pudiera realizar semejante rendimiento, los carteles electrónicos que marcaban los puntajes no estaban preparados para la máxima nota, por lo que marcaron 1.00, la calificación más baja, y tuvieron que salir a dar explicaciones de que en realidad tenía 10 en todo.

Muchos sueñan con lograr grandes éxitos, pero no están dispuestos a pagar el precio por alcanzar lo que anhelan. En la vida, nada es regalado, es preciso esforzarse. No se escribe un libro con sueños, sino juntando una letra tras otra, en un proceso que puede llevar años. No se logra una carrera universitaria sólo con buenos deseos, hay que estudiar con tesón. No se avanza en la construcción de algo que se anhela sólo con deseos.

Muchos fracasan no porque no tengan talentos naturales, sino porque no hacen el esfuerzo adecuado. Nadia, a los 14 años se convirtió en una leyenda. Pocos entienden que a su corta edad, había pasado 10 años entrenando todos los días un promedio de 6 a 8 horas diarias.

Me gusta el dicho “a Dios orando y con el mazo dando”. Has tu parte que Dios hará la suya, pero nunca Dios reemplazará lo que te toca hacer. Quieres escribir, escribe. Quieres correr, corre. Quieres una carrera universitaria, estudia. Todo se logra con esfuerzo y al final te conviertes en un héroe para ti mismo.

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013 Del libro inedito: Héroes de verdad 
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