“Mi tesoro será profanado: los invasores penetrarán en él y lo profanarán” (Ezequiel 7:22)
Las expresiones coloquiales que se usan en relación al amor delatan las tergiversaciones que se han desorrallado históricamente y que aún perturban las relaciones. Hablar de “conquista” supone un idioma no sólo de guerra, sino de invasión y colonización.
Puede parecer pueril, pero el idioma nos define y nos convierte en dependiente de los conceptos que desarrollamos. Dicho de otro modo, nadie piensa más allá de las palabras e ideas que tiene en su mente.
Es fácil derivar en la idea de “dueño”, cuando se ha hecho una “conquista”, de creer que la persona “conquistada” nos pertenece. Sin embargo, eso anula la esencia de la relación de pareja: Un vínculo voluntario y de libre elección.
Muchas personas que se unen en pareja, bajo el esquema de amor conquista, tienden a colonizar al otro y hacerle objeto de sus propias expectativas, sin considerar las diferencias ni la subjetividad del cónyuge. De allí a la frustración y la sensación de cárcel hay un paso.
El amor no es colonización. La relación de pareja no es de “conquistado” y “conquistador”, de “invasor” e “invadido”, de “amo” y “siervo”. La sola idea de creer que el otro miembro de la pareja sea una extensión de sí mismo, anula completamente el concepto “pareja” y termina siendo una fusión que atenta contra la individualidad y el respeto.
Muchas parejas fracasan precisamente en esta área, porque sus vidas están tan imbuidas de conceptos culturales sesgados, que cuando entran en la relación no entienden que una pareja es un vínculo de a dos, un baile donde ambos deben expresar lo que son sin que uno u otro maneje o controle lo que el otro es.
No es fácil, pero es necesario. Como dice la escritora Etty Hillesum: “dejar que el otro sea él mismo, que viva con su libertad, que sea totalmente libre para seguir sus ideas y su proyecto es lo más difícil que existe”. ¿Por qué es difícil? No sólo porque choca con las ideas populares, sino porque dejar que el otro sea libre de expresarse y generar sus propias expectativas exige la humildad de dar vía libre a alguien que no es “conquistable”, sino con el que se hace un pacto mutuo de amor y respeto.
Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: LAZOS DE AMOR
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