“En cambio yo, más que hombre parezco un gusano. Soy la burla de hombres y mujeres; todo el mundo me desprecia” (Salmo 22:6)
El texto de hoy es fuerte, no pareciera un versículo para animar el día. Sin embargo, siempre que se lee la Escritura es preciso analizar el contexto y establecer claramente qué idea se está presentando. Muchos cristianos, que no estudian la Biblia, que simplemente repiten ideas sueltas y desconectadas de su contexto textual, suelen citar frases, incluso palabras aisladas, lo que no sólo es un pésimo ejercicio, sino que además impide conocer el verdadero sentido de lo que se presenta en la Escritura.
El texto está hablando de una persona que siente que, ante los ojos de los demás, “parece un gusano” y padece de la burla de la gente que lo desprecia. ¿Por qué?
El salmo comienza con un reproche a Dios: “Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. El salmista siente que está solo y que Dios lo ha dejado a la deriva en medio de situaciones muy difíciles. En su agonía dice: “te llamo de noche, y no me respondes”. ¿Cuántos se han sentido así alguna vez? Es probable que alguno que lee esta reflexión lo haya experimentado o, esté sintiéndose así.
El salmista ve como en el pasado Dios ha actuado y siente que libró a sus antepasados, pero con él no pasa nada. Alguien me dijo una vez: “Si Dios hizo tantos milagros antes, ¿por qué no hace uno conmigo?”. La pregunta, más que un reproche, es una inquietud válida.
El salmo sería un canto depresivo si no continuara con una explosión de confianza. El autor del Salmo 22 señala: “Dios recibe a los pobres con los brazos abiertos. Dios no les vuelve la espalda, sino que atiende sus ruegos. Dios mío, sólo a ti te alabaré; te cumpliré mis promesas cuando el pueblo que te honra se reúna para alabarte” (Salmo 22:24-25). En otras palabras, decide seguir confiando aún cuando no comprende por qué le ocurren los incidentes que sufre, ni seguir preguntándose dónde está Dios.
Esa es probablemente la mejor actitud. Descansar en Dios, confiar en él, pese a que no se tengan las respuestas. Adorar en tiempos de crisis es el mejor testimonio de fe y a la final, de alegría.
Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA
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