“No hay nada escondido que no esté destinado a descubrirse; tampoco hay nada oculto que no esté destinado a ser revelado” (Marcos 4:22)
Gustavo Le Paige (1903-1980)
San Pedro de Atacama es una localidad en el norte de Chile, cerca de la frontera con Argentina, ubicada a tres horas de Antofagasta y a una hora de Calama. Miles de turistas la visitan todas las semanas desde todo el mundo. Tiene atractivos naturales extraordinarios en su entorno, como los volcanes, la gaiser del Tatio o las lagunas altiplánicas. Pero, algo imperdible es su museo, que se concentra fundamentalmente en la cultura atacameña. Impresiona saber que un lugar así esté en un oasis ubicado en medio del desierto.
La historia de este singular museo se remonta a la llegada a Chile del sacerdote jesuita R. P. Gustavo Le Paige, de origen belga, quien en 1955 se radicó en San Pedro de Atacama y comienzó así, junto con su labor pastoral, su interés por el estudio del pasado atacameño. Gustavo Le Paige comenzó a recorrer los cementerios prehistóricos, los talleres líticos y los lugares habitados por la cultura atacameña, donde poco a poco comenzó a recolectar material arqueológico de incalculable valor.
En 1957 inauguró, junto a sus colaboradores, en su casa parroquial el primer museo, el que contenía numerosas piezas prehispánicas (cerámicas, líticos, textiles, metales) y momias atacameñas.
¿Por qué alguien hace algo así y poco a poco su afición se convierte en un legado de incalculable valor? Probablemente Gustavo Le Paige no planeó algo así ni sospechó que su pasión por el pasado y el museo que dejó sería visitado por millones de personas de todo el mundo.
Las mentes brillantes no se contentan con ver en la superficie, siempre quieren más. Buscan, indagan, escudriñan, y con una pasión incomprensible para el resto, van tras información que para la mayoría aparece como algo ignoto y poco interesante. Pero con tezón, con esfuerzo, logran dejar un legado que las siguientes generaciones aprecian.
Los malos estudiantes de la Biblia, hacen como el común de la gente. Pasan, miran y no se quedan. Las mentes brillantes como Le Paige, se detienen, preguntan, indagan, no se conforman con respuestas superficiales, y finalmente, encuentran lo que los otros, al pasar rápidamente y sin detenerse no pudieron ver. Así ha sido siempre, y así seguirán siendo.
Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inedito: Héroes de verdad
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