Testimonio a las naciones


“Las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea lo siguieron y vieron el sepulcro y cómo fue puesto su cuerpo” (Lucas 23:55)

Marie Burgess Brown (1880-1971)

Durante años hemos sido bombardeados por un mensaje de terror y caos. Los que jerarquizan el ministerio y asumen que la mujer tiene que tener funciones secundarias en la predicación del evangelio, sostienen, sin fundamento, que el día que las mujeres sean ordenadas al ministerio, las iglesias comenzarán a quedar vacías y muchos huirán de esa “herejía”.

La historia demuestra lo contrario. Es cosa de observar a congregaciones como las Asambleas de Dios, las iglesias pentecostales o la Iglesia Anglicana, que fueron algunas de las denominaciones cristianas que primero incluyeron a las mujeres, para observar que eso es simplemente un mito sembrado por los que no buscan persuadir, sino disuadir a partir del miedo.

Un ejemplo es Marie Burgess Brown, que a los 26 años decidió dedicarse al ministerio, era el año 1906, y aunque muchas mujeres habían logrado un lugar destacado como pastoras, evangelistas y predicadoras, aún en algunas congregaciones eran resistidas.

Se dirigió a la ciudad de New York y comenzó una misión para llevar el evangelio, especialmente a las personas menos favorecidas de la sociedad. El año 1909 se casó con Robert Brown, un evangelista de Irlanda. Siguió con la misión, y en 1914 se afiliaron a las Asambleas de Dios. En su iglesia, predicaron a lo largo de los años, muchos predicadores de fama mundial.

Ella recordaba que su madre pedía a Dios con fervor que le diera un hijo que fuera pastor. Sonreía al pensar que su madre pedía un varón para predicar, y en cambio, tuvo a una mujer que con su vida tocó la vida de cientos de personas que vinieron rendidos a los píes de Jesucristo.

Limitar la predicación y el pastorado, sólo por género, no sólo es un insulto a la historia de miles de mujeres que han servido al Señor de manera abnegada y fructífera, es además creer que Dios no las ha dirigido y que su obra es menos importante sólo por ser mujeres.

Dios no hace acepción de personas, lamentablemente, muchos de sus seguidores, contradictoriamente, si lo hacen. No hay límites para la labor de un varón o una mujer dirigidos por el Espíritu Santo. Dios no da poder por género, eso es absurdo.

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inedito: Héroes de verdad

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