Descripción

"A la mujer dijo: —Multiplicaré en gran manera los dolores en tus embarazos, con dolor darás a luz los hijos, tu deseo será para tu marido y él se enseñoreará de ti” (Génesis 3:16)

La historia de la interpretación de Génesis 3:16 es una mezcla de arbitrariedad y horror. Con este versículo durante siglos se han permitido excesos, arbitrariedades, abusos y violencias de todo tipo hacia las mujeres.

Incluso las traducciones reflejan esa idea distorcionada que se ha introducido en la interpretación del texto.

La forma más común de ver el texto es como una “maldición” que Dios arrojó sobre el ser humano, donde al parecer la que le toca la peor parte es a la mujer.

Sin embargo, en el original hebreo el texto no está escrito en imperativo. A lo más, es una descripción no provocada por Dios, de lo que ocurriría a consecuencia del pecado.

Dios, en su amor sublime, le comunica a la primera pareja lo que va a ocurrir a consecuencia de sus decisiones.

Si se lo lee como una prescripción divina, Dios aparece como un sádico que provoca dolores indescriptibles y sufrimientos indecibles, simplemente, porque el ser humano optó en contra de su voluntad. Visto así, Dios aparece en la interpretación prescriptiva como un ser vengativo y sediento de sufrimiento. Dios sería el gran causante de todos los dolores y sufrimientos humanos. Visto así, es horroroso.

Lamentablemente, ha sido la interpretación más común durante siglos. Eso implica que las mujeres deberían aceptar cualquier sufrimiento que reciban, simplemente, como parte de la voluntad divina y deberían aceptarlo de buena gana. El horror de ese pensamiento ha provocado más ateos que cualquier otra idea.

Dios así sería el causante de todos los sufrimientos humanos, empezando por el dolor horrible del parto.

Yo no creo en un Dios así, al contrario, abomino de esa idea macabra de un Dios que se complace en provocar sufrimientos. No sé cómo alguien pueda creerlo.

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez

Del libro inédito: Ser mujer no es pecado