Incomprendido


“—El que mete la mano conmigo en el plato es el que me va a traicionar —respondió Jesús—” (Mateo 26:23)

Judas es el personaje más incomprendido de la historia bíblica, probablemente, porque todos sabemos que en algún momento podemos convertirnos en lo que él llegó a ser, una persona víctima de sus propias convicciones, así como leen, estaba tan cegado por lo que creía que no estaba dispuesto a examinar sus ideas y contrastarlas precisamente con las de Jesús.

Cuando fraguó la traición a Cristo él estaba seguro que le estaba haciendo un favor al Maestro. Él lo había visto por años hacer los más inverosímiles milagros, lo admiraba profundamente, pero estaba frustrado porque Jesús no ocupaba el lugar que él esperaba, el que se convirtiera en el líder político que guiara al pueblo en contra de los opresores. Visto desde la perspectiva de un nacionalista judío, Judas es un héroe. Mirado desde la mirada de Cristo, es un hombre que se perdió en sus elucubraciones teóricas, y no dio lugar a la reflexión sana. Su apresuramiento y las convicciones erróneas lo llevaron a terminar voluntariamente en una horca.

Lo mismo sucede en la actualidad con los religiosos que creen que deben “echarle una mano a Dios”, que ven con preocupación que los eventos no avanzan como ellos quisieran, por lo tanto, realizan maniobras para apresurar los acontecimientos. Eso los lleva a cometer el error de ser presuntuosos y cerrados en sus pensamientos, sin dar lugar a la crítica ni el análisis honesto de las ideas que tienen. Por ese camino, simplemente, se avanza hacia un caos ideológico.

Dios tiene sus tiempos y sus métodos que no necesariamente coinciden con los nuestros, olvidarlo puede ser fatal.

“La razón y el valor siempre se impondrán a la traición y a la ingratitud” (Platón)

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito: Reflexiones al amanecer

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