“A estos varones no hagáis nada, pues que vinieron á la sombra de mi tejado” (Génesis 19:8)
El versículo es escalofriante y no admite una doble lectura: “Los hombres de Sodoma querían violar a dos ángeles y Lot dijo: He aquí ahora yo tengo dos hijas que no han conocido varón; os las sacaré afuera, y haced de ellas como bien os pareciere: solamente á estos varones no hagáis nada, pues que vinieron á la sombra de mi tejado”.
Me resulta extremamente difícil entender cómo un padre ofrece a sus dos hijas como trofeo de guerra a un grupo de violadores, sólo para “salvar” a dos varones que se han hospedado en su casa.
El texto es explícito: “Haced con ellas como bien os pareciere”. En otras palabras pueden violarlas con total impunidad, matarlas si lo desean, sólo no toquen a los varones.
¿Qué lógica macabra es esa? Ni siquiera por orgullo está dispuesto a defender a sus hijas.
¿Se imaginan lo que habrá sido ser mujer en ese tiempo? En la actualidad no es fácil ser mujer, pero en esa época debe haber sido una travesía de vida realmente heroica. Quien lograba sobrevivir y salir airosa, podría considerarse privilegiada.
En un informe de ONU Mujer se señala que 1 de cada 5 mujeres han sido violadas y 1 de cada 3 han vivido situaciones de acoso sexual reiterado. En situaciones de conflictos bélicos o de inseguridad social, el fenómeno adquire dimensiones dantescas.
Sólo por mencionar casos recientes en Ruanda, Somalía, Kosovo, Afganistán, y otras zonas en conflicto, las personas más vulnerables siguen siendo las mujeres y niñas.
Lot en vez de proteger a sus hijas optó por aceptar la violación y el vejamen sin dudarlo, la defensa de dos varones, le pareció lícito.
Cuando eso ocurre, entonces, se ha perdido todo sentido de humanidad y de equidad. Dios, que es un Dios de justicia y no hace acepción de personas, ciertamente considera esta conducta como aberrante toda vez que la violencia es todo lo contrario de su amor.
Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
Del libro inédito: Ser mujer no es pecado
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