“Ellos son vencidos y caen, pero nosotros nos erguimos y de pie permanecemos” (Salmo 20:8)
Lo que diferencia a las personas que tienen mecanismos de resiliencia y a quienes no, es que los primeros son capaces de levantarse cuando tienen un tropezón vital y los segundos, tienden a hundirse sin esperanza. Al final, todo se define en una palabra: Actitud.
Lo paradojal es que en el versículo los que se caen y no se levantan no son los más débiles, sino los más fuertes, es decir, quienes confían “en sus carros de guerra” y en “sus corceles”. Se saben poderosos e indestructibles. Creen que nadie puede oponérseles, y eso constituye su mayor debilidad.
En cambio, en el texto, los que se caen y se vuelven a levantar son los que confían “en el nombre del Señor nuestro Dios”. Han puesto su esperanza en la divinidad y avanzan por la vida, sabiendo que son débiles, pero entendiendo que su debilidad se potencia con el poder de Dios y de esa manera se convierten en fuertes.
La fe mueve montañas, dice Cristo, y es verdad. Quienes saben que tienen a Dios de su parte suelen tener una actitud diferente frente a la vida. No significa que no enfrentan momentos difíciles, sino que son capaces de observar la realidad con otros ojos, con esperanza y con una sensación positiva, lo que a la larga se convierte en su mejor herramienta de sobrevivencia.
Por otro lado, las personas que tienen fe en Dios tienden a vivir más. Son vitalmente más fuertes porque su confianza en la divinidad los hace enfrentar lo cotidiano de una manera diferente lo que les da herramientas psicológicas que inmuniza sus cuerpos contra enfermedades y si llegan a enfermarse, tienen mejor diagnóstico y suelen salir más rápido, porque la fe tiene poder.
Cuando cometen errores quienes confían en Dios tienen mejores posibilidades de salir porque el camino de la redención siempre produce nuevas perspectivas y ayuda a que las personas vean la realidad de un modo más positivo todo lo cual ayuda en la recuperación de la confianza en sí mismo y en la recuperación de afectos perdidos o relaciones rotas. La fe, sin duda, ayuda a levantarse.
Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito: SALMOS DE VIDA

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