“Gente pobre en esta tierra, siempre la habrá; por eso te ordeno que seas generoso con tus hermanos hebreos y con los pobres y necesitados de tu tierra” (Deuteronomio 15:11)
En todos mis años de cristiano y de ministro, he escuchado miles de frases de circunstancia para evadir la responsabilidad para atender a los más necesitados. La más repetida, y lamentablemente, por muchos pastores, es: “Esa no es la tarea de la iglesia”. Algunos con una actitud irresponsable suelen citar al mismo Jesús, obviamente fuera de contexto, cuando dice: “A los pobres siempre los tendrán con ustedes, pero a mí no me van a tener siempre” (Mateo 26:11)
El gran problema es que inventamos excusas para no ver a los pobres, a los invisibilizados por el egoísmo de tantos que prefieren mirar hacia otro lado y no hacer nada.
Dios dice en Deuteronomio “te ordeno que seas generoso... con los pobres y necesitados de tu tierra”. No es optativo, es perentorio, escrito en términos imperativos. ¡Es nuestra tarea!
Incluso hemos cambiado nuestro discurso religioso con frases que suenan bien, pero que no son más que palabras de evasión. Solemos orar: “Dios cuida de los pobres y no permitas que les falte alimento”, y luego nos zampamos más comida de la que necesitamos y nos damos lujos de los que podríamos prescindir, si realmente nos interesaran las demás personas.
Tendremos mucho que rendir cuando venga Jesucristo, lo dice claramente Mateo 25:31-46. La religión no se construye con palabras, de ellas hay muchas y miles sólo hacen eso. La verdadera religión se forma de gestos y de actos, empezando por ayudar a los más pobres y los necesitados, no con oración solamente, sino con acción.
“No estamos con los pobres si no estamos contra la pobreza” (Paul Ricoeur)
Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito Reflexiones al amanecer
Siento que debemos hacer algo, en las iglesias estamos limitados.
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