“Alaben al Señor por su bondad, porque es eterno su amor” (1 Crónicas 16:34)
Nadie está libre de error, es una condición básica del ser humano, sin embargo, repetir ideas sin analizarlas ni hacer una crítica honesta de ellas, puede hacer que el error se convierta en horror.
Los amantes se miran y uno de ellos le dice al otro: “Hagas lo que hagas, te seguiré amando”. La gente que contempla la escena de la película se siente arrobada, creen que se ha dicho una verdad sublime cuando en realidad se ha expresado una idea horrible, causa de infinitos sufrimientos a muchas personas que decidieron guiar sus vidas en torno a esa premisa falsa.
La frase supone que el amor está dispuesto a pasar todo por alto y es un cheque en blanco para que la persona amada haga lo que quiera. El peligro de este pensamiento es que no deja lugar para límites. No hay un ¿hasta cuándo voy a tolerar? Se supone que se debe tolerar todo. ¿Es eso posible? Simplemente, no, no sólo es imposible de cumplir, sino que todos los que deciden vivir bajo esa premisa, lo único que consiguen es una fuente permanente de desdicha y sufrimiento.
Amar es una cosa, poner límites otra. En muchos casos, aún cuando se ame, es preciso decirle a alguien: ¡Basta!
En una visita a un hombre que había sido abandonado por su esposa por violencia doméstica, él me decía compungido:
—Es que no me puede abandonar, yo la amo.
Lo miré con cara entre incrédulo y enojado. ¿Cómo podía decir eso después de toda la violencia aberrante a la que había sometido a su esposa? Lamentablemente, en su premisa estaba la idea de que debía ser amado de manera incondicional aún cuando lo que hubiera en su vida fuera destrucción y veneno.
El amor exige límites. Podemos seguir amando, pero no es posible aceptar conductas que destruyen la vida y las capacidades de las personas para seguir soñando y viviendo con sentido. Si no se ponen límites adecuados, entonces, el amor se convierte simplemente en un mal chiste.
Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito:
LAZOS DE AMOR
LAZOS DE AMOR
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