“¿Temeré a los que confían en sus riquezas y se jactan de sus muchas posesiones?” (Salmos 49:6)
Otros creen que el éxito está directamente relacionado con la cantidad de posesiones que tienen. Suelen contarlas, admirarlas y sentirse ufanos porque son capaces de exhibir mucho, o poco, porque es subjetivo.
Sin embargo, basar el éxito en posesiones es altamente peligroso. Vivo en una zona de terremotos. Cada cuatro o cinco años viene algún terremoto que hace que muchos pierdan todo lo que han acumulado. La mayoría de las personas tiene un sólo tipo de respuesta cuando se le pregunta por lo que han perdido:
—¡Sólo son cosas! La vida y la familia es lo importante. Estamos vivos y juntos. Nada más importa.
Es en momentos así cuando entendemos la importancia de afirmar la vida en lo que realmente es importante.
Las posesiones son un activo temporal, van y vienen, por lo tanto aferrarse a ellas como si fueran el símbolo de nuestra prosperidad y éxito, es simplemente, absurdo.
Alejandro Magno, quiso conocer al filósofo Diógenes del que tanto le habían hablado. Un hombre que había renunciado a poseer algo y vivía en la calle. Alejandro, ufano se le acercó y le dijo:
—Pídeme lo que quieras y te lo daré.
Diógenes lo que quedó mirando por un instante, y con un gesto un tanto de fastidio le dijo:
—Hazte a un lado que me tapas el sol.
Alejandro murió de una forma absurda, lleno de posesiones y con un vacío existencial que ahogó en alcohol. Diógenes murió en Corinto, respetado como un hombre sabio, aunque siguió viviendo en la calle el resto de su vida. ¿Quién de los dos tuvo más éxito?
Es probable que algunos sugieran que Alejandro por las conquistas y batallas que ganó, sin embargo, me inclino a pensar en Diógenes, que fue capaz de vivir su propia vida, bajo sus condiciones, siendo autosuficiente y no teniendo que depender de nada ni de nadie.
Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito: Superando obstáculos

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