“La mujer vio que el fruto del árbol era bueno para comer, y que tenía buen aspecto y era deseable para adquirir sabiduría, así que tomó de su fruto y comió” (Génesis 3:6)
Es imposible no leer este versículo sin la carga cultural que se tiene al interpretarlo. De hecho, son siglos de interpretación sexista que impiden entender lo que realmente dice.
Para empezar, el texto fue redactado por Moisés, no dictado por Dios. Esta sutileza, simplemente, muchos no la quieren entender. Creen que la “inspiración” divina implica un “dictado” de Dios de cada palabra escrita. Lo cierto es que Moisés no dejó de ser un hombre de su tiempo cuando escribía, y no estoy seguro que entendiera plenamente lo que estaba escribiendo, de allí que de vez en cuando surgen algunos sesgos propios del narrador que son extraños al hecho narrado.
El texto es interpretativo de lo que ocurrió. La interpretación la da el narrador, en este caso Moisés, intentando entender lo que le está siendo revelado. ¿Por qué? Simplemente, porque él no estuvo presente en los hechos narrados. Dios buscó alguna manera para que Moisés supiera lo que ocurrió. No sabemos cómo recibió la información. Dios pudo haberle dado un sueño, una visión o simplemente contarle oralmente lo ocurrido. Pero, el narrador, en todo momento sigue siendo Moisés.
Otra opción, es que Moisés hubiera elegido de la tradición oral que existía lo que debería haber incluído en su texto escrito. Esa posibilidad es real, Lucas, en el Nuevo Testamento, la representa. No son testigos, escuchan la tradición oral y eligen, por inspiración divina, qué deben escribir.
Moisés interpreta que la mujer elige comer porque supone que el fruto es bueno para comer y que lo desea porque a través de ese fruto va a encontrar sabiduría. Pablo, en cambio, cuando lee el mismo comentario de Moisés dice simple y llanamente que la mujer “fue engañada” (1 Timoteo 2:14), lo que hace que la interpretación de Moisés sea relativizada por una interpretación nueva. No es que Moisés se equivoque necesariamente, pero Pablo lo matiza.
Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
Del libro inédito: Ser mujer no es pecado
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