Comer


“Tomó de su fruto y comió. Luego le dio a su esposo, y también él comió” (Génesis 3:6)


Ayer señalábamos que el texto que analizamos era una narración interpretativa mediada por lo que Moisés entendía que había ocurrido en la seducción del pecado. Pablo, en otra lectura, simplemente señala que la mujer fue engañada (1 Timoteo 2:14), pero en el mismo versículo señala que el varón no fue engañado. ¡Qué interesante! Es decir, que quien tenía plena conciencia del pecado era el varón y no la mujer! Si esto es cierto, entonces, ¿por qué se ha culpabilizado a la mujer más que al varón?

De hecho autores como Tertuliano en una interpretación sexista llamaban a todas las mujeres “puerta del diablo”, porque por su “culpa” el “pobre” varón pecó. Según Tertuliano, quien era originario de Cártago en el norte de África, y que por su postura rígida terminó abandonando el cristianismo tradicional y formando su propio grupo de seguidores, sostenía que el diablo convenció a la mujer porque no “fue suficientemente valiente para atacar” al varón. No hay duda, es una interpretación irrisoria, el problema es que hay gente que lo cree y lo repite como si fuera revelación, cuando no es más que una interpretación sesgada por la pasión sexista que lleva a ignorar otras secciones de la Biblia, como la de Pablo que dice lisa y llanamente que el varón sabía exactamente lo que estaba haciendo.

La interpretación de la Escritura es un arte, pero, cuando no se hace bien se convierte en un instrumento al servicio de la ignorancia, la manipulación, la violencia, y todo aquello que se use para instrumentalizar el abuso y la discriminación.

Lo real es que estamos como estamos “por el pecado del hombre, del hombre y de la mujer del principio; es por haber fracasado respecto de Dios y de su precepto (cf. Gn 2,16s; 3,1-6). Ninguno de los dos quiso reconocer alturas, a ‘ser como Dios’ (cf. Gn 3,5), a tener una vida como la de Dios (J) o un conocimiento similar al de Dios (Je), a actuar de un modo autónomo que incluye no sólo la experiencia del bien, sino también la del mal” (Ruppert, 2000:184). Cualquier otra interpretación está sesgada en esencia y forma.

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
Del libro inédito: Ser mujer no es pecado


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