El olor de las almendras


“Cuando el Señor vio que Lea no era amada, le concedió hijos. Mientras tanto, Raquel permaneció estéril” (Génesis 29:31)


El escritor colombiano y premio Nobel, Gabriel García Márquez comienza así su novela El amor en los tiempos de cólera (1985): “Era inevitable: el olor de las almendras amargas siempre le recordaba el destino del amor no correspondido”. Es una oración de una nostalgia dolorosa. La sensación de que el protagonista nunca ha logrado vivir el amor como debe ser, correspondido.

El amor es voluntario, es cierto. También lo es el que nadie puede obligar a nadie a amar. Es una decisión que nace en la individualidad que elige entregarse por completo a alguien, sin condiciones y considerando que tienen un proyecto de vida que los hace unirse como pareja.

La tristeza más grande es cuando ese acto de amor sólo viene de una parte. Muchas personas sufren porque aman sin ser amadas. Esa experiencia no sólo es dolorosa, sino que suele ser devastadora para el equilibrio emocional y la autoestima.

¿Qué hacer frente a un cuadro tan difícil? En primer lugar, la desesperación no ayuda en nada. Desesperarse es perder el sentido de las proporciones, es cierto amamos y no nos corresponden, pero la libertad es el constituyente básico del amor. Amar a la fuerza no es amar. Por lo tanto, afligirse porque no nos aman, no ayuda. Debemos hacer duelo, pero es preciso continuar.

El problema es mayor cuando la pareja ya está formada y uno de ellos se da cuenta que no es amado o amada por la esposa o esposo, en ese caso, estamos ante una situación dramáticamente cruel. Hay varias vías por las cuales se puede buscar una posible solución, ninguna de ellas fácil. Se puede pedir ayuda a alguien que pueda ayudarles a descubrir las causas de la situación, en algunos casos, eso sirve para ventilar problemas que traban la relación y puede resurgir el amor. Es posible encarar a la persona que decidió no amar, para establecer qué quiere hacer, en muchos casos, eligen irse y no quedarse, porque no les acomoda la situación. Nadie está obligado a quedarse y nadie debería obligar a nadie.


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Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito: 
LAZOS DE AMOR

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