Engañarse en el amor

“Les escribí con gran tristeza y angustia de corazón, y con muchas lágrimas, no para entristecerlos sino para darles a conocer la profundidad del amor que les tengo” (2 Corintios 2:4)

Soren Kierkegaard, el filósofo cristiano danés escribió: “Engañarse respecto al amor es la pérdida más espantosa, es una pérdida eterna para la que no existe compensación ni en el tiempo ni en la eternidad: la privación más horrorosa, que no puede resarcirse ni en esta vida… ¡ni en la eterna!”.

Sus palabras escritas hace dos siglos, parecen haber sido escritas ayer. El dramatismo que expresa aún se sigue viviendo en miles de personas que ven truncadas sus vidas por el amor, exactamente, por algo que debería traerles felicidad, pero que en cambio los llena de dolor y amargura, precisamente porque de un modo u otro no se ha vivido de la mejor forma.

Muchas de las canciones populares expresan esa sensación de fracaso y hastío que produce el procurar el amor y no lograrlo. Produce una sensación de minusvalía que dura para toda la vida, a menos claro, que alguien que no es amado o que ha sufrido penas de amor encuentre a una pareja que lo ayude a superar esa tristeza.

El autoengaño es el más cruel de los engaños. La razón es muy sencilla, una persona que se autoengaña se produce un daño a sí mismo, no es de afuera y no puede reclamarle a nadie.

Podemos engañarnos creyendo que nos aman, cuando no es cierto. Hace algún tiempo conversaba con una esposa que me decía:

—Yo sé que en el fondo me ama, porque tiene de vez en cuando detalles hacia mi y nunca me ha insultado, por ejemplo.

—¿Está segura que quiere vivir así el resto de su vida? Esperando alguna migaja de amor.

Ella me miró fijamente con los ojos llorosos y me dijo casi en susurro:

—Pero yo lo amo.

—Pero él no, y eso hace toda la diferencia —le contesté.

En el amor engañarse es fatal para la salud física y psíquica.

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Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito: 
LAZOS DE AMOR

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