Camino de salvación

“Él les cumplirá su deseo” (Mateo 5:6b BLS)
 
Obtener justicia, tiene otra connotación en la Biblia, y se refiere a la salvación. Quienes son justificados o llamados justos, son aquellos que reciben la salvación. El profeta Isaías, de hecho, equipara el concepto justicia a salvación (Isaías 45:8; 46:12-13; 51:5; 56:1). Si se sustituyera la palabra “justicia” por “salvación”, no perdería sentido la frase usada por Jesús.


Una persona que no tiene hambre y sed de salvación no puede ser plena, porque algo de su propia constitución esencial le estará faltando. La gran diferencia entre conversos e incorversos, no tiene que ver con capacidades cognitivas, sino con la actitud que se tiene frente a sus propias limitaciones. Unos quieren llegar a ser santos o perfectos por sí mismos, y los otros se dan cuenta, que no pueden y anhelan que Dios haga lo que ellos no pueden.


Tener “hambre y sed” de salvación implica entender que por nosotros mismos no podemos llegar a ser salvos de ningún modo posible.


En tiempos de Jesús, tal como en la actualidad, había personas que se habían empecinado en mostrar que ellos si podían llegar a estados de perfección simplemente por su propia voluntad. En su ceguera no se daban cuenta cuán necesitados estaban, por eso Jesús les dice que si no sienten “hambre y sed” de salvación, no podrán llegar a ser plenos y felices.


Creer que soy santo o bueno porque cumplo un determinado número de normas formales y eclesiásticas, es simplemente, engañarse a sí mismo, porque en el fondo todos sabemos cuán imperfectos somos, en el día a día, y en cada acción que realizamos. Uno de los mayores problemas del legalismo es que lleva a muchos cristianos honestos a considerarse a sí mismos justos, o al menos, mejores que otros, y eso tiende a envanecerlos y perder la capacidad de tener hambre y sed de justicia.


“La felicidad pertenece a los santos” (John MacArthur Jr.)



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Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. 
Del libro inédito: 
REFLEXIONES AL AMANECER


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